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Periodista. Editor de Política en La-Lista.
La narrativa del fraude
Ya dejemos de creer en los que gritan "fraude" cada que pierden y revisemos mejor los conteos rápidos, el PREP y los cómputos distritales.
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Ya dejemos de creer en los que gritan "fraude" cada que pierden y revisemos mejor los conteos rápidos, el PREP y los cómputos distritales.
Todos los partidos, sin excepción, han alimentado una narrativa del “fraude” cada que pierden una elección, lo que ha provocado que miles de mexicanos lleguemos a desconfiar de la democracia y de nuestras autoridades electorales.
Es cierto, venimos de un pasado de “urnas embarazadas”, padrones rasurados, muertos que votan y otras trampas, pero enfrente tenemos a una sofisticada autoridad electoral nacional -que nos cuesta mucho por cierto-, a diferencia de antes.
Aunque Xóchitl Gálvez reconoció su derrota después de la elección presidencial, ya a la medianoche del lunes, un día después empezó a alimentar la narrativa de una “resistencia” y pedía reabrir el 80% de las casillas.
Para su sorpresa, en los cómputos de esta semana, Sheinbaum obtuvo 2.7 millones de votos más que los que estimó el PREP, para la friolera cifra de 35.9 millones de votos.
En cuestión de horas se cayó la narrativa de un “fraude” que comenzaron a construir la excandidata y los líderes del PRI y PAN, quienes en lugar de presentar su renuncia a cualquier futuro puesto, están pidiendo voltear a ver hacia otro lado.
Pero si usted cree que la narrativa del fraude en estas elecciones solo es alimentada por el PAN y el PRI, no pierda de vista lo que hizo Morena en Jalisco esta semana.
En el estado se ha apersonado el dirigente de Morena, Mario Delgado, y el “paquete” incluye a Lord Molécula y Vicente Serrano en las conferencias de prensa.
El morenismo -el mayor ganador de esta elección- desconoce el triunfo de Pablo Lemus -pese a que eso arrojó el conteo rápido del INE- y ha enrarecido el ambiente con videos en los que denuncian boletas en bolsas negras (pese a que las lleva el propio personal electoral), y quiere hacer creer que aquí hay algo raro o que le están “robando” la elección, señalando una presunta vinculación entre el instituto electoral local, el gobierno de Jalisco y el candidato de MC.
La más mesurada ha sido la virtual ganadora de la elección presidencial, Claudia Sheinbaum, quien el lunes compartió una publicación dedicada a los morenistas que ganaron las elecciones estatales, y no incluyó para nada a Delgadillo.
También en la CDMX, Morena intentó hacer creer que había algo raro en la elección de la Cuauhtémoc, donde perdió Caty Monreal.
¿Por qué los partidos alimentan la narrativa del fraude cada que pierden? Sencillo, porque para la siguiente elección los deja posicionados, ante algunos, como al que se le “robó” el triunfo o el que estuvo “a nada” de ganar y convendría darle una nueva oportunidad.
Ahí está el caso de Andrés Manuel López Obrador en 2006, en cuya derrota por 0.56% ancló su mito fundacional. Aunque en este caso en especial debo decir que lo mejor hubiera sido abrir todos los paquetes y despejar cualquier duda.
Como ciudadanos, ya no debemos dejarnos llevar por ningún partido o persona que quiera socavar nuestra incipiente democracia, simplemente porque no ganó.
Debemos aprender a creer más en la autoridad electoral, en este caso lo que presentó como resultado final el viernes el Instituto Electoral de Jalisco. Ya basta de estarnos peleando entre nosotros por partidos que nunca reconocen su derrota aunque la tengan enfrente. Hay que recordar que para ellos la democracia es un negocio, no una convicción.
Ya dejemos de creer en los que gritan “fraude” cada que pierden y revisemos mejor los conteos rápidos, el PREP y los cómputos distritales. En esto último tienen que mejorar mucho los órganos locales para darnos información precisa y transparente, no como el Instituto de Jalisco que no terminó de contar las actas en el PREP y es difícil descargar los resultados de los cómputos. Aún así, la autoridad electoral debe ser más respetada que lo que diga cualquier partido o político.
Espejos rotos: Además de los partidos y políticos, también hay programas o mesas de “opinión” que quieren abonar a la narrativa del fraude. Sus argumentos llegan a ser inverosímiles como irrisorios, el problema está en quien les cree y los comparte como si fuera verdad.