Sexto informe de AMLO: una despedida de casi 2 horas, una mentira sobre Dinamarca y aplausos
AMLO sonríe en sus últimos días, porque dice que su sucesora, Claudia Sheinbaum, le provoca eso, cuando él está por despedirse de la vida pública.
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AMLO sonríe en sus últimos días, porque dice que su sucesora, Claudia Sheinbaum, le provoca eso, cuando él está por despedirse de la vida pública.
Cuando apenas son las 8 de la mañana del domingo, ya hay cientos de personas en la plancha del Zócalo capitalino. Vienen a lo que consideran es la “despedida” del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), o el comienzo del adiós, que se extenderá este mes, con todo y el último Grito de Independencia que dará el tabasqueño.
“Hasta siempre presidente”, dice una lona colocada en uno de los edificios que tienen vista al Zócalo. “Viejón, eres cabrón“, se lee en una cartulina. “López Obrador, ¡gracias!“, dice una de las gorras que vende un ambulante.
Pasadas las 10:30 de la mañana, el presidente López Obrador sale de Palacio Nacional de la mano de su esposa, Beatriz Gutiérrez, y empiezan a escucharse dos gritos que lo han acompañado todo el sexenio: “¡presidente, presidente!” y “¡es un honor estar con Obrador!“. El Zócalo luce repleto, aunque en esta ocasión hay miles de sillas dispuestas para los asistentes, porque el mandatario anticipó que se iba a “tardar” al dar su último informe.
En un discurso de casi dos horas, AMLO apuntala a su sucesora, Claudia Sheinbaum, sentada en primera fila, a quien incluso vitorea tres veces al grito de “¡presidenta, presidenta!“. Frente al mandatario están los integrantes de su gabinete, gobernadores de Morena, y sus cuatro hijos e incluso sus dos nietos. Atrás de ellos, hay otra zona especial, para senadores y diputados, que de último momento es abierta al público, para que este espacio no parezca que no se llenó.
AMLO sabe que termina su mandato con una aprobación por arriba del 60%, que hasta dice una mentira, que algunos le aplauden: “Dije que (el sistema de salud) iba a ser el mejor, que iba a ser como en Dinamarca, no, no es como Dinamarca, es mejor que en Dinamarca”.
“¡Bravo!”, “¡presidente, presidente!”, reaccionan los asistentes.
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Si acaso alguien lo llega a interpelar en voz baja cuando habla de corrupción:
“Se rescató de la corrupción al ISSSTE”, dice AMLO.
“Todavía hay mucha corrupción”, le revira una mujer.
AMLO insiste: “Hemos cortado de tajo con la corrupción en el Poder Ejecutivo”. Y dice que se han ahorrado, según sus cálculos, hasta 2 mil millones de pesos “por no permitir la corrupción”.
“¡Gracias, presidente!”, le grita otra simpatizante.
AMLO sabe que está en sus últimos días y confía que “las cosas que se van a quedar pendientes estoy seguro que se van a concluir“.
El mandatario refiere que el sábado inauguró la segunda etapa del tren ‘Insurgente’, de Toluca a Santa Fe. Y a finales de año, promete, se llegará hasta la estación Observatorio. “¿Verdad, Claudia?”, pregunta. Y ella asiente con la cabeza y sonríe.
“Imagínense, imagínense que no hubiese decidido el pueblo de México por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo”, suelta AMLO.
Y compara el fin de su gobierno, con quien inicia la construcción de una casa pero ya se tiene que ir, “porque así lo decidió el creador, o la ciencia, o la naturaleza”.
“Pero qué felicidad que quien va a quedar en sustitución de uno es una mujer excepcional, que le va a dar continuidad a la transformación. Por eso me río, porque las cosas que van a quedar pendientes, pues estoy absolutamente seguro que se van a concluir por lo extraordinario que es la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo“, abunda.
AMLO asegura que la elección presidencial pasada fue un “tengan para que aprendan, para que aprendan a respetar al pueblo. Si no quieren al pueblo, van a tener que aprender a respetarlo cuando menos”. Los asistentes le aplauden.
“¡No te vayas, no te vayas!”, le gritan unas mujeres cuando lleva más de una hora hablando.
“Nunca nos divorciamos del pueblo”, presume.
Y una simpatizante le responde: “¡Te amo presidente!”
“Los oligarcas quieren poder sin pueblo. Al carajo con eso”, suelta AMLO.
“Ahora sí termino…”, menciona. “¡Noooo!”, gritan sus simpatizantes, que le piden que continúe hablando.
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AMLO reconoce que “todavía es notorio el atraso que padecemos“, pero lo atribuye al “largo y tormentoso periodo en que el gobierno estuvo en manos de oligarcas insensibles, que nunca se preocuparon por el bienestar del pueblo y sólo se dedicaron a saquear e impedir el progreso con justicia de quienes nacimos, vivimos en este paraíso llamado México”.
El presidente presume que encabezó más de mil 400 mañaneras en sus casi seis años de gobierno. La de hoy pudo ser una más, pero con público y la plana mayor de Morena.
Los invitados especiales -en su mayoría legisladores- se levantan en sus asientos en varias ocasiones, principalmente para aplaudir la reforma judicial de AMLO, de la que incluso él hace una consulta a mano alzada: “Que levanten la mano los que piensen que es mejor que a los ministros y a los jueces los elija el presidente y los senadores. Levanten la mano”.
“No veo a nadie”, dice AMLO al observar de frente a los asistentes. Y luego pregunta: “Que levanten la mano los que consideran que es mejor que los elija el pueblo”. Y todos los presentes la levantan.
Y se oyen los gritos: “¡Fuera (Norma) Piña!, ¡fuera Piña!”, en referencia a la presidenta de la Suprema Corte, con quien AMLO ha tenido múltiples confrontaciones.
El senador Adán Augusto López, sentado en la zona de invitados, busca con qué cubrirse del Sol que solo cedió por momentos, durante las casi 2 horas del discurso.
“Gracias, gracias de corazón. ¡Que viva el pueblo de México!”, finaliza AMLO y se sueltan los aplausos. Para cerrar se entona el himno nacional. Y comienzan a sacarse las fotos del recuerdo, una de ellas con la presidenta electa, quien atrae a gobernadores, miembros del gabinete y hasta a dos hijos de AMLO, José Ramón y Jesús Ernesto.
El más fotografiado al salir es el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, quien tarda más de media hora en abandonar del Zócalo.
A la salida, venden múltiples recuerdos. Peluches, gorras, playeras y hasta llaveros. 40 pesos cuesta un “Amlito” para guardar las llaves. Y ya introducen el nuevo producto: peluches de Sheinbaum. El nuevo gobierno, ese que le provoca una sonrisa a AMLO en sus últimos días, está a menos de 30 días de comenzar.