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Y después del 2 de junio, ¿qué?
Ha arrancado el último tramo de las campañas en un contexto de alta tensión. La clase política, el gobierno federal, los gobiernos de los estados, los partidos, los y las candidatas, pareciera que se están jugando el todo por el todo.
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Ha arrancado el último tramo de las campañas en un contexto de alta tensión. La clase política, el gobierno federal, los gobiernos de los estados, los partidos, los y las candidatas, pareciera que se están jugando el todo por el todo.
Los ataques del crimen organizado a los candidatos no solamente son expresiones de barbarie sino que, también, vienen a asestar un golpe profundo que amenaza con desequilibrar el sistema democrático.
Pero no nos quedamos solo con esos actos salvajes e inhumanos, que por sí mismos ya serían suficiente motivo de preocupación y que implicarían la necesidad de tomar medidas concretas para prevenir que la violencia sea un factor que incida en las decisiones que el electorado tomará el próximo 2 de junio.
A lo anterior hay que sumarle el extremo nivel de confrontación que ya se percibe entre los actores políticos. Y la pregunta subsecuente es: ¿qué pasará el día después? En un ambiente de confrontación, donde los adversarios se están tornando en enemigos, es muy difícil prospectar si después de la elección los ganadores asumirán con sencillez el triunfo o si los perdedores reconocerán la derrota en un marco de respeto a las reglas.
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De eso dependerá en buena medida la estabilidad con la que pueda transitar el país hacia la nueva administración que arrancará el primero de octubre.
En medio de disputas que parecen irreconciliables, de agravios que ya se juzgan personales, y en un clima donde la violencia se hace presente en muchos rincones del país, se tendrá que tejer muy fino para que el periodo que corre del 2 de junio al primero de octubre se convierta en una transición democrática en el que impere el respeto a la ley y a las instituciones democráticas.
En general, la apuesta es llegar a una transición democrática pacífica y civilizada. Pero también hay otros actores de la política que no ponen mucho de su parte y que han resultado ser muy eficaces en profundizar el encono y la confrontación.
Buen momento para que los líderes políticos piensen que después de la elección hay una transición democrática en curso, y que de ella depende la posibilidad de que como resultado de toda esta historia México tenga un gobierno eficaz.
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