‘Salud Casa por CASA’ ¿Seremos Dinamarca, Japón, Ruanda o Cuba?
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo.

Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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‘Salud Casa por CASA’ ¿Seremos Dinamarca, Japón, Ruanda o Cuba? ‘Salud Casa por CASA’ ¿Seremos Dinamarca, Japón, Ruanda o Cuba?
Claudia Sheinbaum durante una de sus conferencias de prensa. Foto: gobierno de México.

El nuevo programa “Salud Casa por Casa”, anunciado recientemente por la presidenta Claudia Sheinbaum, ha generado una mezcla de expectativas y escepticismo. En teoría, la idea de llevar la atención médica directamente a los hogares de poblaciones vulnerables es un objetivo loable; sin embargo, la implementación propuesta adolece de varios problemas que ponen en entredicho su efectividad y, más importante aún, su enfoque en el bienestar del paciente.

Aunque el programa promete beneficios potenciales, su estructura y ejecución parecen -hasta el momento- estar más orientadas hacia un modelo de intervención política que hacia una verdadera mejora en la atención de la salud pública.

El programa “Salud Casa por Casa” se basará en un censo inicial, con la participación de 20 mil “Siervos de la Nación”, el tristemente célebre grupo de empleados gubernamentales que ha generado controversia por su rol previo como emisarios ideológicos del gobierno. Lo preocupante es que estos trabajadores no cuentan con ningún entrenamiento en medicina o salud. Son, esencialmente, una extensión del aparato político del gobierno, y su participación en un proyecto que involucra la salud de miles de personas es profundamente cuestionable. No es un detalle menor que su intervención podría estar contaminada por sesgos ideológicos que, en última instancia, pueden poner en riesgo la objetividad y calidad del servicio.

Uno de los puntos que más preocupa, es el nivel, extensión y calidad de los servicios que “Casa por Casa” ofrecerá. Zoé Robledo, director del IMSS, ha descrito este programa con actividades que van, desde la toma de signos vitales hasta la administración de algunos medicamentos. Sin embargo, su descripción omite prácticas médicas fundamentales que son habituales en programas de atención domiciliaria avanzados en países desarrollados. Por ejemplo, la medición y seguimiento de glucosa capilar, el uso de electrocardiógrafos portátiles o algo tan básico como la medición de peso y la circunferencia abdominal para el cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC). Estas omisiones sugieren que el enfoque del programa está más orientado hacia la creación de un espectáculo político que hacia un verdadero cuidado de la salud.

Para entender mejor el contraste, vale la pena observar lo que ocurre en otras partes del mundo donde la atención domiciliaria es una realidad tangible. En países como Escocia y Japón, las visitas domiciliarias no solo son parte integral del sistema de salud, sino que también se llevan a cabo con el apoyo de tecnologías avanzadas que optimizan tanto la experiencia del paciente como la eficiencia del sistema sanitario. Los profesionales de la salud en estos países están equipados con dispositivos portátiles que permiten medir y monitorear signos vitales, como presión arterial y niveles de glucosa en sangre, en tiempo real. Además, los sistemas de salud han integrado tecnologías como los registros electrónicos, apps móviles y dispositivos “wearables”, lo que facilita un seguimiento continuo de las condiciones de salud de los pacientes.

En Japón, por ejemplo, un país con una de las poblaciones más envejecidas del mundo, el gobierno ha implementado una red de atención domiciliaria altamente tecnificada, donde los médicos pueden hacer diagnósticos a distancia a través de sistemas de telemedicina. El uso de aplicaciones móviles permite a los pacientes enviar sus signos vitales a los profesionales de salud y recibir retroalimentación casi inmediata. En Escocia, las visitas domiciliarias están integradas en una red que también utiliza sistemas electrónicos avanzados, pero con un enfoque adicional en la salud preventiva. El personal de salud no solo se enfoca en tratar enfermedades ya manifestadas, sino en detectar problemas antes de que se agraven, lo que incluye la medición regular de parámetros como el IMC, la glucosa y la presión arterial, entre otros.

El servicio de atención de salud a domicilio en la (ya famosa) Dinamarca es un componente clave del sistema de bienestar social, que se basa en un modelo integral de cuidados para toda la población, con un fuerte énfasis en la atención primaria y preventiva. Este tipo de servicio está destinado principalmente a personas mayores, pacientes crónicos y personas con discapacidades, pero también puede beneficiar a aquellos que están en procesos de recuperación tras una hospitalización o que requieren cuidados paliativos.

Como es de esperarse, la tecnología en telemedicina, sistemas de monitoreo remoto, expediente clínico electrónico, aplicaciones móviles y portales de pacientes, así como tecnología de seguridad en el hogar, permite que la atención domiciliaria en Dinamarca sea accesible, eficiente y segura, optimizando los recursos y mejorando la experiencia de los pacientes.

Estas experiencias demuestran que la atención domiciliaria puede ser un componente vital en la mejora del bienestar del paciente, siempre y cuando esté diseñada en torno a sus necesidades. Es fundamental destacar que la tecnología no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también empodera al paciente, dándole más control sobre su propia salud. En este sentido, los programas exitosos son aquellos que priorizan la conveniencia y la seguridad del paciente por encima de cualquier otro objetivo.

Lamentablemente, a este punto, el programa de Sheinbaum deberá demostrar que mejorará las condiciones de servicio actual del IMSS, ISSSTE o el naciente IMSS-Bienestar y no que resulte tener más en común con las iniciativas implementadas en países africanos como Ruanda o el Congo, o bajo los patrones de Cuba (la de los médicos cubanos) o el de los “médicos descalzos” de la china de Mao, que con los sistemas avanzados de Europa o Asia.

Los programas en países subsaharianos, por ejemplo, a menudo dependen de la participación de voluntarios sin formación médica, quienes son responsables de tareas críticas, como la administración de medicamentos o el monitoreo de enfermedades crónicas. Aunque estas iniciativas pueden ser necesarias en contextos con escasez y miseria extrema de recursos, están lejos de ser un modelo a seguir para un país como México, con una infraestructura de salud más robusta y mayores recursos.

El uso de personal no capacitado en programas de salud plantea riesgos claros. La falta de formación médica no solo compromete la calidad de la atención, sino que también puede generar errores en el diagnóstico y tratamiento. Un censo mal realizado o una toma de signos vitales incorrecta pueden llevar a intervenciones inapropiadas o al retraso en la atención de problemas graves. La salud no debería estar en manos de empleados gubernamentales sin experiencia, especialmente cuando existen alternativas más seguras y efectivas.

Para la implementación del programa, se habla de la utilización de más de 20 mil profesionales de la salud, sin que hasta el momento se haya aclarado, si serán contratados, reciclados, improvisados o simplemente médicos cubanos.

El enfoque del gobierno, centrado en el despliegue masivo de personal no médico, contrasta con las iniciativas de los países más avanzados, donde el cuidado de la salud en casa está gestionado por profesionales capacitados y apoyado por tecnología de vanguardia. Si México aspira a mejorar su sistema de salud, debe tomar nota de estas experiencias y adaptarlas a las necesidades y contextos locales, en lugar de replicar modelos que priorizan la cantidad sobre la calidad.

Es vital que cualquier esfuerzo por mejorar la salud de la población vulnerable esté verdaderamente orientado hacia el paciente. El éxito de un programa de salud no se mide por el número de personas atendidas, sino por la calidad de la atención brindada. La tecnología está a nuestra disposición y puede ser una herramienta poderosa para transformar el cuidado de la salud en México. Sin embargo, su adopción debe estar guiada por principios claros: mejorar la calidad de vida del paciente, garantizar la seguridad y proporcionar una atención centrada en sus necesidades, no en las agendas políticas del momento.

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