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Resucitar en vida
Conforme transcurrieron los meses, la tristeza se volvió enojo, el enojo se convirtió en miedo, el miedo nos llenó de dudas, las dudas comenzaron a transformarse en certezas, las certezas en preguntas y esas preguntas en lecciones de vida.
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Conforme transcurrieron los meses, la tristeza se volvió enojo, el enojo se convirtió en miedo, el miedo nos llenó de dudas, las dudas comenzaron a transformarse en certezas, las certezas en preguntas y esas preguntas en lecciones de vida.
“Debemos abrazar el dolor y quemarlo como gasolina para nuestro viaje”.Kenji Miyazawa
Desde el 24 de diciembre de 2020, día en que murió mi papá, y el 8 de enero de 2021, cuando falleció mi mamá –ambos por complicaciones derivadas del Covid 19– comenzó a tejerse una red de querencias, solidaridad, renovación de amistades, nacimiento de nuevos afectos en el día a día. Ha sido como crear una familia extendida que, en un verdadero acto de amor, nos han acogido a mis hermanas, hija, sobrinos. También nos ha aproximado a las otras y otros desde sus propias pérdidas, serie de historias sumamente dolorosas a causa de una pandemia que no termina de irse.
Tiempo de andar sin rumbo, con un dolor expansivo que sin decir agua va nos acalambra el alma… es sentir las ausencias y tomarle el pulso a la muerte, una sensación para la que –creo– nadie estamos preparados.
No sé a ti, pero conforme transcurrieron los meses la tristeza se volvió enojo, el enojo se convirtió en miedo, el miedo nos llenó de dudas, las dudas comenzaron a transformarse en certezas, las certezas en preguntas y esas preguntas en lecciones de vida. Ha sido un viaje por los infiernos de Dante de los que afortunadamente se vislumbra la esperanza, gracias, en gran medida a nuestro legado.
Hace poco leí sobre la leyenda del Quinto Sol, del resucitar a la vida, una vez que los nuestros se van, reflexiones propias a golpe de vivencias, charlas, terapias y neurosis que han hecho que poco a poco el duelo florezca y nos blinde contra los momentos de poca claridad y angustia. Si acaso en este momento que me lees atraviesas un dolor igual, permíteme decirte que pasará y dejará de oprimir el pecho, te lo prometo.
Este fin de semana nos ofrece la oportunidad de reencontrarnos a través de la tradición de departir con una ofrenda multicolor, entre el agua, la luz de las velas, la flor de cempasúchil, el papel picado y eso que tanto disfrutaban comer y beber, es el anhelo de que suceda el milagro, de cruzar el portal entre los vivos y muertos.
Desahoguemos el alma y brindemos por ellos y ellas, por ustedes y, si me permiten, por Irma y Felipe.