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Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo.
Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.
X: @StratCons
‘República sana’. ¿Otra colección de buenos deseos?
Aunque con el inicio del nuevo gobierno, un enorme reto será reconstruir el demolido sistema de salud de México, la virtual presidenta electa solamente ha ofrecido 'continuidad' a través de un incierto programa de 10 puntos.
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Aunque con el inicio del nuevo gobierno, un enorme reto será reconstruir el demolido sistema de salud de México, la virtual presidenta electa solamente ha ofrecido 'continuidad' a través de un incierto programa de 10 puntos.
La semana pasada tuve el gusto de reunirme con ejecutivos de la industria farmacéutica mexicana para hablar sobre los nuevos retos para la salud a partir del año 2025.
Como es natural, existen preocupaciones importantes en cuanto al futuro del sector salud de México que se encuentra, como lo he venido comentando, inmerso en la peor crisis de su historia.
Con el nombramiento del Dr. David Kershenobich como próximo Secretario de Salud, la virtual presidenta electa busca dar credibilidad a este importante puesto y tranquilidad a quienes siguen de cerca la problemática de este sector, mediante la puesta en marcha del programa “República Sana”, mencionado en diferentes ocasiones y foros por el futuro secretario de salud durante la campaña de Claudia Sheinbaum.
A este punto es necesario reconocer que, lo que más preocupa en materia de salud, es la continua repetición (por la candidata y su futuro secretario) de la palabra “continuidad” al referirse a las políticas de salud; es por ello por lo que dedico esta entrega a desglosar su propuesta formal, de la cual me preocupa que no pase de ser tan solo una colección de buenos deseos sin algún soporte sólido.
La propuesta “República Sana” de la virtual presidenta electa pretende ser un plan de acción integral para dar continuidad (Sheinbaum dixit) a la transformación del sistema de salud en México. Este plan se estructura en diez puntos clave que buscan abordar diferentes aspectos críticos del sistema, desde la gobernanza y la infraestructura hasta la prevención y la atención primaria. Si bien con los títulos de sus puntos, la propuesta parece tener intenciones loables y metas ambiciosas, presenta enormes áreas de oportunidad en términos de concreción y viabilidad.
En primer lugar, el plan propone una gobernanza del Sistema de Salud para acotar la distribución de funciones y una aparente mejor coordinación entre instituciones (IMSS, IMSS-Bienestar, ISSSTE, etc.). Aunque esta idea es fundamental para evitar duplicidades y conflictos de competencia, la propuesta carece de detalles específicos sobre cómo se logrará esta coordinación efectiva y los mecanismos de supervisión necesarios. Baste recordar que, al finalizar la administración actual, la Secretaría de Salud se encuentra más disminuida que nunca en sus atribuciones y la mayor parte del protagonismo (y seguramente del presupuesto) continuará siendo para el Instituto Mexicano del Seguro Social y el manejo centralizado de los recursos continuará en esa nueva figura llamada IMSS-Bienestar.
Hasta no tener nuevas noticias, el Consejo de Salubridad General continuará -de facto- como una mera oficina de trámites para la inclusión de medicamentos al Compendio Nacional de Insumos para la Salud. Atrás quedaron los tiempos en que era el organismo rector para normar las políticas sanitarias en México y quien debiera estar alerta para los potenciales riesgos y catástrofes en salud, en el marco de una participación plural de gobierno, academia, industria e iniciativa privada. Su ausencia durante la pandemia fue notoria, con las funestas consecuencias que conocemos.
“República Sana” menciona infraestructura y modernización del sistema de salud como otro pilar esencial del plan, con un énfasis en la salud digital. Sin embargo, términos como “salud digital” pueden ser ambiguos si no se explican detalladamente los pasos para digitalizar los servicios de salud, incluyendo los recursos necesarios y la capacitación del personal.
No es una buena señal que, a priori, se mencione el expediente clínico electrónico del IMSS como el modelo a seguir, o su incipiente sistema de receta electrónica; ambos completamente endogámicos y creados para las necesidades (muy acotadas) de esa institución.
Digitalizar la salud requiere, ante todo, de un cambio radical de visión, adecuar las mejores tecnologías y asignar recursos, pero, sobre todo, pensar en la conveniencia del paciente. Una supuesta digitalización de la salud que esté planeada para beneficiar a la institución antes que a los pacientes, será una pérdida de tiempo y un desperdicio de dinero de los contribuyentes.
La promoción de una cultura de prevención, fortaleciendo la vacunación y los estilos de vida saludables, es un objetivo valioso. Sin embargo, el plan no especifica las estrategias concretas para alcanzar estos objetivos ni cómo se recuperarán de manera urgente los niveles de vacunación en los que se encuentran alarmantemente atrasados los menores en México.
Hablar de la gratuidad de los medicamentos (en coordinación con la industria farmacéutica) es una meta ambiciosa, pero depende en gran medida de la eficacia de la colaboración con la industria en un ambiente en que se ha buscado, casi dogmáticamente, evitar la colaboración público-privada y golpear consuetudinariamente a la industria farmacéutica mexicana o legalmente establecida en México.
Depender de la capacidad logística de Birmex para manejar la distribución es, como se ha comprobado, un absurdo. Al final la propuesta no aborda los retos logísticos ni asegura la sustentabilidad financiera de este programa.
El fortalecimiento de la atención primaria y la mejora de las condiciones laborales del personal de salud son cruciales. No obstante, carecemos de los detalles sobre los incentivos específicos, los nuevos niveles salariales y cómo se financiarán estas mejoras. La calidad de atención en el primer nivel es vital para un sistema de salud robusto, pero debe estar respaldada por políticas claras y recursos adecuados.
La atención a los primeros 1000 días de vida y el envejecimiento suena claramente al “de la cuna a la tumba” del NHS del Reino Unido. Como lo he comentado en ocasiones anteriores, son muy buenos deseos y deben ser la filosofía básica de cualquier sistema de salud, ya que la atención integral a lo largo del ciclo de vida es esencial para la salud pública por lo que debe estar claramente delineada. En el plan se carece, sin embargo, de detalles sobre las intervenciones concretas y los recursos necesarios para implementarlo eficazmente.
La política industrial del sector salud busca aprovechar la capacidad científica del país (lo que quiera que eso signifique). Sin embargo, esta propuesta necesita un plan detallado sobre cómo se incentivará la investigación y el desarrollo en el sector salud. Una vez más, la colaboración con la industria y la academia (incluyendo las instituciones privadas) es fundamental y debe ser estructurada y financiada adecuadamente.
El plan de estudios médicos alternativos enfocados en la prevención es terriblemente arriesgado y requiere, tanto cambios curriculares específicos, como la integración de estos nuevos enfoques en las facultades de medicina existentes. La formación de profesionales de la salud debe estar alineada con las necesidades del sistema y basada, ante todo, en evidencia científica.
Si bien se reconoce que en México hace falta desarrollar nuevos profesionales que refuercen la atención médica, como los asistentes médicos, paramédicos y farmacéuticos profesionales, debemos evitar a toda costa la injerencia ideológica que promueva alternativas a la medicina no basadas en evidencia.
Reforzar los recursos de enfermería es imperante y crucial para reconocer el trabajo de enfermeras y enfermeros, pero se debe detallar cómo y cuánto mejorarán sus condiciones laborales y se promoverá su desarrollo profesional. La atención de calidad depende en gran medida del bienestar del personal de salud, y este punto necesita mayor especificidad.
Finalmente, el programa de servicio civil para la administración de la salud es algo que se antoja básico para mejorar la eficiencia del sistema. Sin embargo, la propuesta no especifica las medidas concretas para lograr esta simplificación, sus dimensiones, ni cómo se abordarán los desafíos en la implementación. La administración eficiente es clave para un sistema de salud funcional, pero debe ser acompañada de un plan detallado y realista.
Esperemos que, con el inicio formal de la administración, todos estos puntos estén detallados, con fechas, responsables, cronogramas, pero, sobre todo con una asignación puntual de recursos que mencione el origen presupuestal de los mismos.