
Estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México. Sus estudios se concentran en la política exterior, su intersección con los fenómenos de seguridad, las políticas drogas y los impactos diferenciados en poblaciones racializadas. Chilango, enamorado de la ciudad y de su gente. Ahora apoya en incidencia y análisis político en RacismoMX.
En todos lados: @Monsieur_jabs


Entonces hablemos de políticas públicas
15 de septiembre de 2024.
Es una tarde lluviosa en el zócalo de la ciudad de México. La plaza pública está a reventar. La lluvia es tan fuerte y la multitud tan estruendosa que algunas personas se han dado por vencidas; escucho que gritan “hay bebés tratando de salir”. A pesar de los intentos de fluir con todas las personas ahí sigo, frente a Palacio Nacional, motivado más que nada por la curiosidad de escuchar el último grito que la figura más influyente en la vida pública del país dará. Pasan las horas y continuamos ahí. Dieron las once y, como era de esperarse, se empezó a ver una cabeza gris que se comenzaba a asomar por la ventana central del Palacio Nacional.
El grito que dió esa noche el todavía presidente no fue –para sorpresa de nadie– tan sorprendente. Las típicas misivas que habían sido repetidas por varios años se recalcaron. Que viva la libertad, que viva la justicia, que viva la fraternidad universal. Luego llegó el turno de los “muera”; que muera la corrupción, que muera la avaricia y, para mi sorpresa, un que muera el racismo y la discriminación.
A pesar de ser este el tercer año en que lo repite, mi asombro no dejó de estar ahí.
¡Qué muera el racismo! Y que por favor se siga exclamando.
El único y quizás el más grande problema fue la fuente de mi asombro. A pesar de ser este lema una constante en el oficialismo, la lucha contra el racismo no ha tenido el lugar que uno esperaría en las políticas gubernamentales. Su permanencia ha quedado aislada en el carácter de lo retórico. Puesto en palabras más llanas; el antirracismo para el gobierno actual ha sido de mucho ruido y pocas nueces.
Sin embargo, no tiene por qué ser así.
Como ya sabemos, el racismo es un sistema de opresión; no son únicamente actos aislados de discriminación. Al plantear su combate, no basta entonces con cambios superficiales, con cambios de voluntades o de actitudes. Es menester hablar de acciones concretas, al igual que lo haríamos con el combate al machismo. No basta con hablar de combatir sus lamentables manifestaciones. Debemos de plantear acciones de política pública y desde los movimientos antirracistas organizados nos planteamos exactamente eso; encontrar las soluciones.
Por eso, desde RacismoMX y en coordinación con más de sesenta organizaciones decidimos organizarnos. Como resultado, el pasado trece de septiembre las colectivas, activistas y académicas antirracistas, en favor de los derechos de personas racializadas, Indígenas, Afromexicanas y migrantes presentamos un documento que tiene como objetivo principal que la lucha contra el racismo avance; que no se quede únicamente en las palabras y que dé el paso a las acciones.
En la Agenda Nacional Contra el Racismo 2024 (que puedes encontrar aquí) planteamos nuestra visión de cómo es que el gobierno se puede transformar en un actor más que combata a este mal sistémico. En ella presentamos veinte propuestas de política pública antirracista organizadas en cuatro ejes: Visibilización, Representación, Nivelación y Anti-discriminación. Debemos de conocer la profundidad del problema, debemos de incorporar a personas racializadas en los lugares de poder, debemos de nivelar las desigualdades del pasado y debemos de evitar que la discriminación sea un determinante en las historias de vida.
Cada uno de estos ejes cuenta con de cuatro a seis políticas públicas que representan las soluciones que vemos desde las comunidades. Desde la necesidad de más datos desagregables por características étnico-raciales, hasta el fin del perfilamiento racial, en las propuestas avanzamos caminos de implementación que responden a las problemáticas y necesidades más urgentes desde el territorio: lo que se debería de hacer ya.
Este año fue la tercera ocasión en que se gritó al zócalo ¡Que muera el racismo! y genuinamente esperamos que esto no deje de suceder. Sin embargo, sí esperamos que el compromiso nominal acabe y empiece un compromiso práctico: desde las organizaciones ya les marcamos el camino.