El peor sexenio para la salud en México
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo.

Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

X: @StratCons

El peor sexenio para la salud en México El peor sexenio para la salud en México
AMLO durante un recorrido. Foto: Gobierno de México.

Hoy es el último día del sexenio abreviado de Andrés Manuel López Obrador y, aunque seguramente se pudiera discutir cuáles son los pendientes más grandes que deja este gobierno, es indudable que el de la salud es, si no el más importante, uno de los tres principales.

Una vez más, debemos dejar muy claro que en materia de salud no se esperaba absolutamente nada de este gobierno. Basta recordar que en la agenda del entonces candidato López Obrador, ni en ninguno de sus libros, el tema de la salud aparecía. Sus primeras menciones sobre el tema fueron cercanas y posteriores a la elección, centradas en un solo objetivo: acabar con el Seguro Popular, el cual eliminó únicamente por motivos ideológicos.

Durante estos años no han faltado voces que intentan justificar las acciones de AMLO en materia de salud, e incluso quienes han pensado que es posible convivir (o hacer negocios) con absurdos tan grandes como un sistema de adquisiciones continuamente cambiante, o una “Megafarmacia” que seguramente se convertirá en uno de los mayores sinsentidos de este gobierno.

Hablar solamente de las necesidades previas y deficiencias en materia de cobertura universal y gratuidad es una sobresimplificación. El servicio de salud de México hasta 2018 distaba de ser ideal; sin embargo, apuntaba hacia una cobertura universal y el sistema de financiación para los no derechohabientes se basaba en un Seguro Popular con una cobertura en constante crecimiento.

En contraste, esta administración se dedicó a desmantelar lo que existía y, a cambio, nos dejó con un sistema de salud con las mismas divisiones que encontró, si no es que peor.

Hasta 2018, México contaba con el IMSS, ISSSTE, el sistema de salud de las Fuerzas Armadas, PEMEX y las Secretarías de Salud estatales. La población desprotegida era financiada por un Seguro Popular que les daba acceso, de ser necesario, a la medicina privada.

Hoy, México se queda con el IMSS, ISSSTE, el sistema de salud de las Fuerzas Armadas, PEMEX y un IMSS Bienestar que no es otra cosa que una centralización administrativa (y próximamente operativa) de corte echeverrista de los sistemas de salud estatales. Nada ha cambiado, salvo que la población desprotegida, ahora sin financiamiento del Seguro Popular, debe asumir el costo de una falsa gratuidad.

Esta administración habla de una universalización del servicio de salud que no lo es. Hoy, en palabras del Dr. Julio Frenk, en México existe un “apartheid” médico: quienes tienen un empleo fijo gozan de un servicio médico mejor y con más recursos que aquellos que no lo tienen.

Queriendo pasarse de listos con las definiciones, se intentó vender un falso concepto de gratuidad basado en una interpretación maliciosa de la salud consagrada en el artículo 4° Constitucional, que en ninguna parte dice que el gobierno debe poseer los servicios de salud y entregarlos de manera graciosa al pueblo. Garantizar el acceso a la salud significa que los ciudadanos puedan ser atendidos donde sea y al costo que sea, mientras esto garantice la continuidad de su salud y, a la postre, salve sus vidas. La estatización a ultranza no solo es un absurdo administrativo, sino que resulta en estándares de calidad muy bajos que pueden poner en riesgo la salud y la vida de los pacientes.

Como he mencionado en repetidas ocasiones, en México el sistema de salud no trabaja para los pacientes; son los pacientes quienes tienen que adaptarse al sistema. Un sistema de salud que hoy, más que nunca, los castiga por no cumplir con requisitos, horarios absurdos, papeleo excesivo o simplemente por ser ancianos o personas con discapacidad que no pueden acceder al segundo piso de una clínica con elevadores descompuestos. El gobierno saliente no solo no logró resolver estas necesidades de salud de la población, sino que creó nuevos problemas, cuellos de botella, carencias, conflictos y peligros para la vida de los pacientes que ni ellos mismos han sido capaces de resolver hasta el momento.

Esta administración deja tras de sí una estela de mal servicio, una pésima percepción en la calidad de la atención, tiempos de espera prolongados y enormes distancias para el acceso a los servicios médicos.

Una administración que presumió la palabra “gratuidad” ha logrado el mayor avance en la privatización de la salud del que se tenga registro.

Este ha sido, sin duda, el sexenio más perjudicial y funesto para la salud que se tenga memoria en México y esto no es una frase gratuita. Basta recordar los siguientes hechos:

            •          Más de 700 mil muertes directas e indirectas por la pandemia, colocándonos entre los países que peor manejaron esta catástrofe en el mundo.

            •          La peor cobertura en vacunación infantil en décadas, producto de una visión simplista que privilegió ahorros y subejercicio presupuestal por encima de los fundamentos básicos de la inmunidad.

            •          Un Consejo de Salubridad minimizado, que pasó de ser el órgano rector de las políticas de salud y la atención de emergencias sanitarias, a una mera oficialía de partes para las claves del Compendio Nacional de Insumos para la Salud.

            •          La política sanitaria dictada desde Palacio Nacional, anteponiendo una visión ideológica a las necesidades de atención médica de la población, y contaminada por el uso ad nauseam del término “Bienestar”.

            •          El peor desabasto de medicamentos en la historia de México.

            •          Una Secretaría de Salud terriblemente minimizada en sus decisiones e importancia, hasta casi hacerla desaparecer, mientras que el IMSS e IMSS-Bienestar se convirtieron en los “niños consentidos” de Palacio Nacional, recibiendo la mayor parte del presupuesto en salud.

Un sexenio donde todos en México, perdimos en salud. Si el sistema de salud de México ya venía con problemas, esta administración lo convirtió en un verdadero desastre.

Síguenos en

Google News
Flipboard