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Crítica teatral, editora, gestora y difusora de proyectos culturales egresada de la UAM. Jefa de comunicación en Editorial Almadía y Socia-Directora de la agencia de relaciones públicas Ari&Ari. Pero sobre todo, ferviente creyente de la claridad de las palabras (escritas, escuchadas o sentidas), de la escucha atenta como principal herramienta de las conversaciones, y del goce que da compartir historias en todos los tiempos y dimensiones.
Los trucos de la memoria
¿Alguna vez han tenido la sensación no saber si algo realmente sucedió o es producto de su imaginación?
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¿Alguna vez han tenido la sensación no saber si algo realmente sucedió o es producto de su imaginación?
¿Alguna vez han tenido la sensación no saber si algo realmente sucedió o es producto de su imaginación? Hace ya un tiempo que no asistía al Foro La Gruta, quizá desde que vi a la maravillosa Ilse Salas en Medea, pero debo confesar que no hay foro en esta jungla de asfalto que yo quiera más, quizá justo por eso regreso muy poco, para no mallugar el recuerdo.
En esta ocasión, llegué sola al Centro Cultural Helénico, necesitaba un poco de calma, venía regresando de la FIL Guadalajara y, por mucho que unx ame a su gente, no parar de abrazar y de sorprenderse a cada paso, cansa.
Ya sabía que quería comprar un nuevo libro en el Péndulo y beber uno de sus famosos Martinis secos por 99 pesitos. Pasé por “Lo que no tiene nombre” de Piedad Bonnett y me senté a leer mientras daba la hora de formarse. En este libro Piedad habla de una manera tan honesta del suicidio de su hijo que no hay forma que no acabes con todas las emociones a flor de piel. Decidí parar la lectura porque sabía que si seguía no iba a poder entrar al teatro. Mientras me terminaba mi Martini, me acordé de mi propia historia con este tema, me acordé de cuando era muy joven y asistía a La Gruta con mi mejor amigo, me acordé que nos citábamos 2 horas antes para tomar café y platicar de lo que nos había pasado en la semana, me acordé que siempre queríamos resolver el mundo mientras veíamos cómo se llenaba el pasillo para entrar al teatro, sonreí…
Caminé hacia el foro y mientras lo hacía, busqué imágenes de esa cafetería que tantas veces nos recibió, de ese lugar en donde se quedaron las pláticas más profundas de mi juventud, tantas promesas, tanta amistad… y no encontré nada. Hice varias búsquedas, “cafetería La gruta”, “café Centro Cultural Helénico”, “La Gruta años noventa”… ni una foto, ahora solo arroja fotografías de un café que ni está cerca o de la Cafebrería del Péndulo, que amo mucho, pero que no tiene nada que ver con ese espacio de sillones negros, espejo en la pared, mesas sin calzar, café mediano, sándwiches que salvaban, papitas crujientes y toda la vida bohemia que acogía a diario.
Esta memoria, estos juegos de traernos cuando menos te lo esperas un golpe de pasado. Quise llamarle a mi amigo y contarle que estaba ahí, justo en donde nos contamos tantas cosas, que ya no había espacio para sentarse antes de entrar, pero que había una barra coqueta para un traguito. Quise ser esa persona de 16 años que se comenzó a sentir parte de la comunidad teatrera cuando lxs chicxs que atendían el café ya le sonreían de la frecuencia y cruzaba alguna mirada, sonrisa o frase con directores, iluminadores, escenógrafos, actores y actrices que me encontraba en el bañito de la cafetería.
Entré, la obra tenía un humor negro maravilloso que me desconectó de mi recuerdo de juventud y me sumergió en esa puesta. Todo era un jijiji jajaja, hasta que, como la vida misma, la obra provocó un silencio total de la sala. Estaba muy sensible, le mandé un audio a un amigo, tenía un nudo en la garganta, lloré de camino a casa, ya no sabía si era por el libro, el Martini, la nostalgia de aquella época llena de felicidad y de crueldad al mismo tiempo, por la obra o por mí; lo que sí supe es que, así como en la canción, “pasarán los años, muchos más” y yo seguiré conmoviéndome por todo lo que genera el teatro, ¿quién para ir a la próxima?
Va calado, va garantizado:
- El amarillo sol de tus cabellos largos de Carlos Zúñiga, bajo la dirección de Andalucía con las actuaciones luminosas de Belén Aguilar, Héctor Iván González, Luis Javier Morales, Tania María Muñoz, Renée Sabina, Bru Uribe / José Juan Sánchez, Edgar Valadez y Fabián Varona Flores. En temporada en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, de lunes a miércoles a las 20:00 hrs. , hasta el 18 de diciembre. Entrada general: $259.