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Periodista. Editor de Política en La-Lista.
Los peores días de la 4T
Ante cualquier nueva crisis o peores días, el problema para el lopezobradorismo no es tal, sino quién lo dice y por qué es 'un opositor'.
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Ante cualquier nueva crisis o peores días, el problema para el lopezobradorismo no es tal, sino quién lo dice y por qué es 'un opositor'.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) enfrenta sus peores días.
La renuncia del fiscal del caso Ayotzinapa; el choque de Alejandro Encinas con Alejandro Gertz Manero; está por publicarse el libro El rey del cash, de la expareja de César Yáñez, operador de AMLO, y encima de todo un hackeo masivo a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a la que la actual administración le ha dado casi todo el poder.
Del lado del gobierno, la narrativa es una: son los medios.
Desde hace meses, cuando enfrentó alguna otra crisis, se fundó la idea de un “golpe blando”, en el que se “usó” a niños con cáncer.
Ahora, basta ver la línea del periódico favorito del gobierno, La Jornada, para entender lo que piensan: “Entonces, la intención no es buscar justicia. Sólo les interesa el caos”.
En el mismo sentido escribió hace unos días el propagandista del actual gobierno, Epigmenio Ibarra: “Más unidos que nunca oligarcas, medios y líderes de opinión intentarán recuperar ese poder, que por la voluntad de la gente perdieron y que la oposición no tiene cómo ni con quién conquistar de nuevo. Les sobra la plata, pero les faltan ideas. Idealizan el pasado y no comprenden las razones del cambio. No lo intentarán por las buenas; no saben competir limpia y democráticamente”.
Queda claro que ante cualquier nueva crisis, el problema para el lopezobradorismo no será tal, sino quién lo dice, cómo la presenta y por qué se opone a la transformación (¿cuál?). Ya lo decíamos en la anterior columna dedicada a la crisis de seguridad: Es lo mismo que dice Jorge Ramos, pero yo lo digo más bonito.
Ciertamente hay muchos seguidores de López Obrador dispuestos a defender la narrativa del gobierno. La popularidad del presidente aún ronda niveles de 60%.
El problema es que todas estas crisis podrán ser libradas por la personalidad de AMLO –como lo hizo el viernes con el tema de su salud–, acostumbrado a defenderse, pero no por su sucesor o sucesora.
Cada uno de los problemas a los que no les dé el adecuado tratamiento, caerá como loza sobre el nuevo o nueva inquilina de Palacio Nacional.
Entonces habrá una crisis de gobernabilidad por lo que no se hizo y se pudo hacer desde ahora. En ese momento volverán los ojos hacia el pasado, con una diferencia notable de lo que ocurre actualmente: el pasado también serán ellos.