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Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur
¿Libertad o de explotación?
¿Dónde queda el equilibrio entre proteger a las mujeres más vulnerables y, también, respetar las decisiones de aquellas que quieren ofrecer este servicio?
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¿Dónde queda el equilibrio entre proteger a las mujeres más vulnerables y, también, respetar las decisiones de aquellas que quieren ofrecer este servicio?
En todo el mundo la maternidad o gestación subrogada se ha visto envuelta en polémica. Los casos más visibles son aquellos de personajes famosos como Elton John o Nicole Kidman y que han servido de ejemplo como una historia de éxito, sin embargo, la frecuencia de estos acontecimientos ha incrementado y en la vida de las personas comunes no siempre termina bien.
Al igual que en España, Alemania, Bélgica, Argentina y más recientemente en México, la maternidad subrogada sigue siendo un tema controversial. Pues se coloca entre debates sobre derechos reproductivos, feminismo y las crecientes desigualdades económicas, la discusión parece girar en torno a una pregunta clave: ¿la maternidad subrogada es un acto de libertad o de explotación?
A manera de ejemplo, en días pasados en Argentina, donde la desigualdad económica es palpable, muchas feministas se han posicionado en contra de esta práctica, argumentando que se trata de un “alquiler de cuerpos”, es decir, una transacción económica solamente y donde generalmente las mujeres de bajos recursos son las más afectadas. Se ha vuelto un acto meramente economicista, por lo que reduce su libertad de decisión y muchas de estas mujeres terminan vendiendo su capacidad de gestar al mejor postor.
Así como en Argentina, en nuestro país el panorama es igualmente polémico, con innegables desigualdades económicas y, además, con vacíos legales. Solo Sinaloa y Tabasco permiten la subrogación, aunque bajo un marco legal tan limitado que ha propiciado el crecimiento de un mercado negro. En los otros 30 estados, no se encuentra regulada esta práctica y existe poca o nula legislación.
En este sentido, y como ha sucedido en otras problemáticas, la gestación subrogada va seguir existiendo en medio de un entramado de redes (ya sean físicas o digitales) de cooptación de mujeres, en su mayoría de escasos recursos, para que brinden el servicio a otras personas que lo puedan pagar. ¿Dónde queda el equilibrio entre proteger a las mujeres más vulnerables y, también, respetar las decisiones de aquellas que quieren ofrecer este servicio?
Así, vemos que este tema no tendrá una sola visión ni, mucho menos, una única respuesta, puesto que mientras el debate se centre en lo económico y el Estado no quiera estar presente en esta problemática de salud pública y siga viéndose con la lente del dinero y de la moral y el señalamiento a las decisiones libres de las mujeres, no se llegará a un buen puerto.