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Periodista. Editor de Política en La-Lista.
Gabinete de Sheinbaum: los duros, los técnicos y 3 premios
La duda es si a partir del 1 de octubre, AMLO seguirá ejerciendo el poder a través de los suyos, o permitirá a Sheinbaum gobernar plenamente.
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La duda es si a partir del 1 de octubre, AMLO seguirá ejerciendo el poder a través de los suyos, o permitirá a Sheinbaum gobernar plenamente.
Con 26 nombramientos hechos hasta ahora, y con menos de 10 puestos aún vacantes pero en los que se prevén muchas ratificaciones, ya podemos trazar un mapa del gabinete de Claudia Sheinbaum: están los “duros”, como le llamaremos a los más leales a Andrés Manuel López Obrador; los técnicos, con probada capacidad y la mayoría provienen del gobierno capitalino con Sheinbaum; y los premios, que no cuentan con nada que los respalde, pero ahí estarán.
Nadie se puede llamar a sorpresa si le decimos que 10 de los 26 nombramientos, son o fueron funcionarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Algunos de ellos califican como “duros”, por su lealtad a AMLO, que en algún momento podría pesar más, pero que también podría virar hacia una nueva lealtad hacia la presidenta en turno.
Llamativamente está el caso de Raquel Buenrostro, quien llegará a la Función Pública, una dependencia que podría convertirse en el siguiente gobierno en una Agencia Anticorrupción. Llama la atención que no se haya colocado aquí al expanista Javier Corral y se haya optado por una persona totalmente leal al presidente. Esto es un claro mensaje de que no habrá investigaciones que puedan lastimar a López Obrador.
En la Secretaría de Gobernación estará Rosa Icela Rodríguez, quien fungió más que como secretaria de seguridad, como una vocera en estos temas, pues en realidad el tema está en manos del Ejército. Su llegada a Segob es muy probablemente una recomendación del propio AMLO.
Otros “duros”, como Buenrostro y Rodríguez, que llegan al gabinete son: Marcelo Ebrard (quien el año pasado dijo que no se iba a “someter a esa señora”, en referencia a Sheinbaum); y Ariadna Montiel (quien repetirá en la importante secretaría del Bienestar, encargada de los programas sociales).
Entre los técnicos, con sobrada experiencia, están la mayoría de funcionarios que estuvieron en el gobierno de la Ciudad de México con Sheinbaum; así como el próximo canciller Juan Ramón de la Fuente; la nueva secretaria del Medio Ambiente, Alicia Bárcena; y el próximo secretario de Salud, David Kershenobich. En este paquete también entraría Omar García Harfuch, a quien Sheinbaum veía más bien como jefe de Gobierno, pero otro grupo de “duros” tampoco lo dejaron.
Y los premios que hemos visto hasta ahora son claros: Mario Delgado en la SEP, sin ninguna aptitud o mérito para ello, más que el hecho de que llevó a Morena por la senda del triunfo. En todo caso hubiera quedado mejor colocado en la Secretaría del Bienestar.
Y el caso de Leticia Ramírez, quien comenzó en atención ciudadana de AMLO, y volverá a algo similar pero con más renombre, en un puesto inexistente hasta ahora: coordinadora general de Asuntos Intergubernamentales y Participación Social. Su papel gris en la SEP y su falta de capacidad fueron dejadas atrás para premiarla por su sobrada lealtad, y es quizá una de las dos cuotas que puso AMLO (a ella y a Rosa Icela Rodríguez).
Y otro premio también es el cargo en el que colocaron a Arturo Zaldívar, próximo coordinador general de Política y Gobierno, donde lo que pesa más es la cercanía con la futura presidenta. Zaldívar, expresidente de la Suprema Corte, renunció el año pasado a esta para sumarse a la campaña. Pero desde antes ya había cedido ante cualquier llamado o petición de AMLO. Él representa prácticamente la antítesis de Norma Piña, actual presidenta de la Corte, a quien aborrece este gobierno, mientras que el exministro es tan querido que hasta se buscó ampliar su presidencia.
Con este paquete de duros, técnicos y premiados, llegará Sheinbaum a Palacio Nacional el próximo 1 de octubre. La duda es si a partir de esa fecha, AMLO seguirá ejerciendo el poder a través de diez de los suyos, o permitirá a la nueva presidenta gobernar plenamente, es decir dirigir el destino del país a su manera, a sus tiempos y a su forma.
Por lo pronto, AMLO le dejará una herencia, la reforma judicial, cuyos costos terminará pagando ella y no él. Por ello es necesario que Sheinbaum no se deje llevar por las prisas que ha impuesto el todavía presidente. Aunque en este momento le puede decir que sí a todo, que recuerde: él ya se va, a ella le quedan 6 años, y el desgaste puede ser brutal.