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Internacionalista por el Tecnológico de Monterrey y Maestra en Historia y Política Internacional por el Graduate Institute of International and Development Studies (IHEID) en Ginebra, Suiza. Investigadora invitada en el Gender and Feminist Theory Research Group y en el CEDAR Center for Elections, Democracy, Accountability and Representation de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido.
Miembro de la Red de Politólogas. X: @tzinr
Femininomenon
Kamala Harris, símbolo de diversidad y progreso, desafía a Trump en 2024 con su ‘Femininomenon’, revitalizando a los demócratas y cambiando el panorama político estadounidense.
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Kamala Harris, símbolo de diversidad y progreso, desafía a Trump en 2024 con su ‘Femininomenon’, revitalizando a los demócratas y cambiando el panorama político estadounidense.
Kamala Harris no es sólo una candidata presidencial; es un fenómeno. Enfrentándose a Donald Trump en la contienda electoral de 2024, su campaña encarna un verdadero “Femininomenon”. Este “feminine phenomenon” desafía el ambiente político y social estadunidense, donde Trump se sentía cómodamente asentado. En contraste con la narrativa falsamente homogeneizante de la “nación estadunidense” que promueve la dupla Trump-Vance, Harris emerge como un símbolo de heterogeneidad y progresismo social, personificando un fenómeno cultural, social y psicológico que ha revitalizado a los demócratas.
El equipo de Harris lo sabe, y ha lanzado anuncios de campaña que resaltan estos contrastes: por un lado, la convicción por la autonomía, la igualdad y la defensa de los derechos de las minorías y las mujeres; por el otro, una visión de nación exclusivista y en estado perpetuo de alerta. Además, el contraste Trump-Harris se esboza en términos de personalidad. Trump, un exmandatario que ejerció el poder de manera caprichosa e incluso desinformada– recordemos la minimización de la pandemia de Covid-19 y la recomendación de consumir cloro para contrarrestar el virus- frente a una Kamala Harris con un historial de temple firme, argumentativo y eficaz.
Desde el cambio de candidatura demócrata a menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales, las probabilidades de victoria de Trump han disminuido. Polymarket, una plataforma de predicción basada en apuestas, reporta que sus probabilidades de ganar la presidencia han caído del 72% el pasado 16 de julio al 49% esta semana. Estos datos, aunque no tradicionales, pueden indicar un cambio emocional en una población que parece despertar del letargo producido por una gerontocracia blanca tradicional.
El “Femininomenon” de Harris se nutre de la representación identitaria de una mujer racializada capaz de aglutinar un apoyo intergeneracional e interracial, junto con una renovada movilización de mujeres, población de la diversidad sexual y clases medias educadas. Su presencia en la política de primer nivel – en un país donde las mujeres negras representan sólo el 9.7% de los miembros del Congreso (Centro para las Mujeres y la Política Americana)-, es un recordatorio poderoso de que las voces diversas, particularmente de mujeres racializadas, nos llevan a considerar preocupaciones tradicionalmente ignoradas, como la alta mortalidad materna entre mujeres afroestadunidenses.
Desde luego, no se olvida que el éxito del trumpismo se orienta primordialmente al malestar del hombre blanco, en muchos casos obrero, por lo que el nombramiento de Tim Walz como compañero de fórmula de Harris busca abordar los malestares del Medio Oeste estadunidense, demostrando que no pueden ser resueltos únicamente desde el conservadurismo, el exclusionismo o la criminalización del otro.
El “Femininomenon” Harris encapsula el impacto transformador que su podría tener en la política estadounidense. Su enfrentamiento contra Donald Trump ha llevado la contienda electoral a un terreno de altos simbolismos identitarios, poniendo en el centro los grandes fallos del sueño americano: la desigualdad étnico-racial y de género y el empobrecimiento de clases medias y bajas en la economía más importante del mundo.
Sin embargo, aunque Harris se esté convirtiendo en un fenómeno doméstico difícil de derrotar, también debe demostrar capacidad para ofrecer una visión distinta en el escenario global. En temas críticos como el palestino-israelí, su postura no muestra disrupción significativa. En política exterior, el “Femininomenon” parece desdibujarse.