El verdadero frío
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

X: @JoseiRasso

El verdadero frío El verdadero frío
Imagen: Pixabay

Para muchos, la Navidad y el fin de año son sinónimos de alegría: fiestas familiares, vacaciones, risas compartidas, reuniones con amigos y abrazos que se intercambian sin reparo.

Sin embargo, para otros, son días donde el tiempo parece doblarse, como si el reloj se rindiera ante la fuerza invisible de los fracasos.

Momentos en los que las risas ajenas y los abrazos vistos desde la banqueta se transforman en cuchillos invisibles que perforan la soledad de una mirada que se apaga.

Tiempos en los que el desempleado encuentra sus bolsillos más vacíos que nunca, y aquellos que se han perdido en el camino se reconocen sentados en una mesa llena de arrepentimientos y ausencias, donde las sombras de lo no logrado se extienden y congelan el alma.

Para ellos, el verdadero frío de esta temporada no es una amenaza lejana, sino una presencia cercana que abre viejas cicatrices con la dureza del olvido.

Para enfrentar el invierno que es la soledad, solo quedan las palabras, esas pequeñas dosis de consuelo que, convertidas en empatía, se transforman en bálsamos capaces de encontrar las grietas tristes de la piel por donde parece escapar el alma.

Palabras, palabras y murmullos. Dosis diminutas de acentos casi imperceptibles al oído, pero imprescindibles para restablecer nuestras defensas emocionales en tiempos donde la batalla más difícil es contra uno mismo.

Palabras cercanas y sentidas que sanan, comentarios que curan las heridas invisibles que se fueron acumulando a lo largo del año. Palabras que nos enseñan que el dolor, por más profundo que sea, no es eterno, y que las puertas nunca se cierran del todo, porque al cerrarse unas, otras siempre se abren.

No se trata de envolver grandes discursos ni promesas grandiosas, sino de ser ese suspiro, ese saludo que nos recuerda que aún estamos aquí, que somos parte de la tribu y que aún queda mucho por celebrar, aunque el camino haya sido largo y complicado.

Por eso, si las palabras son medicinas que nos ayudan a sanar, hagamos costumbre recetarlas por donde camines y verás que cada sílaba bien pronunciada, se puede convertir en un abrigo para el alma.

Felices fiestas y gracias por leerme en este día.

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