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Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.
X: @oscarbalmen
El infierno sin rostro de Castiglione
La historia de un periodista peruano encarcelado injustamente por órdenes de un “juez sin rostro” alerta sobre los peligros de implementar en México esa fallida política que ya se canceló en Colombia e Italia.
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La historia de un periodista peruano encarcelado injustamente por órdenes de un “juez sin rostro” alerta sobre los peligros de implementar en México esa fallida política que ya se canceló en Colombia e Italia.
El periodista Jesús Alfonso Castiglione Mendoza se entera muy tarde de su desgracia. Hasta que la mano dura de un juez sin rostro se blande encima de él sabe que su vida descenderá al infierno.
En una audiencia judicial, a la que llega arrestado sin saber la razón, se entera de que está frente a la posibilidad de pasar el resto de su vida en una cárcel por culpa de un desconocido: un integrante del grupo terrorista Sendero Luminoso ha usado su nombre para alquilar un departamento utilizado como cuarto de guerra para atacar una prisión.
Es el verano de 1994 en Perú. Cuatro meses antes, el presidente Alberto Fujimori –preso después por delitos de lesa humanidad– creó los tribunales sin rostro como un recurso extremo para pelear contra el terrorismo. Es una idea noble en papel, aunque pervertida en un país con instituciones débiles e infiltrada por la corrupción: ocultar nombres, imágenes y hasta firmas de los jueces que revisan casos de delincuencia organizada para que, supuestamente, dicten sentencias sin miedo de ser asesinados.
Pero la iniciativa del dictador Fujimori provoca una racha de violaciones a derechos humanos, porque un juez sin rostro es un juzgador sin supervisión. La rendición de cuentas es enemiga de la secresía y las personas de toga y birrete endurecen la mano sin dar explicaciones.
Así que ahora hay cientos de víctimas del terrorismo que son acusadas de ser victimarios. Los casos de tortura, ejecución arbitraria y desaparición a manos de las fuerzas del gobierno se multiplican y se justifican bajo el argumento de la “guerra contra el terrorismo”.
Lo sufre el periodista Castiglione Mendoza, quien el 19 de agosto de aquel 1994 se entera que un juez sin rostro lo ha sentenciado a 20 años de prisión por supuestamente ayudar a Sendero Luminoso. De nada sirve que el senderista detenido aclare que ha copiado el nombre del comunicador sin su permiso o que usó el nombre de Jesús Alfonso Castiglione Mendoza por su fama y sin conocerlo. Castiglione Mendoza va a la cárcel por órdenes de un juez protegido por el anonimato que quiere coleccionar sentencias condenatorias para fingir que pelea contra el terrorismo.
Los abogados del comunicador apelan. Esperan. Aguantan el embate del Estado. Y logran lo impensable: el expediente llega a la Corte Suprema de Perú y los magistrados anulan el fallo. Hay esperanza: se ordena un nuevo juicio. Pero las ilusiones se estrellan, de nuevo, ante la sombra de los jueces sin rostro, pues otro tribunal secreto ignora las evidencias que deberían absolverlo y lo declaran culpable el 21 de noviembre de 1995. Se confirma la condena de 20 años.
“Luego de escuchar la sentencia, Castiglione Mendoza dijo con voz quebrada: ‘Soy inocente, es una injusticia, señores, ustedes se equivocan’”, se lee en el informe Presunción de culpa: violaciones de derechos humanos y los tribunales sin rostro en Perú de Human Right Watch.
En prisión, el periodista escribe su testimonio como preso de una política criminal. Su sufrimiento queda registrado en el libro El preso 3008, publicado en 2003. Un documento que bien valdría que leyeran los senadores mexicanos en cuyas manos está la posibilidad de volver realidad, o rechazar, la infamia de los jueces sin rostro, que fracasaron en Perú, Colombia, Ecuador e Italia.
Una frase en el libro deberían leer los legisladores: “Un tribunal sin rostro es un tribunal sin humanidad. Y sin humanidad no hay paz posible”.
GRITO. En mayo de 1996, Human Rights Watch otorgó a Jesús Alfonso Castiglione Mendoza el premio Hellman-Hammett para periodistas perseguidos por motivos políticos o detenidos injustamente.