
Maestra en Administración y Políticas Públicas y licenciada en Administración Pública. Ha sido consultora para el Banco Mundial en temas de gasto público y en evaluación de programas sociales para Civicus, Consultores en Gestión Pública y Social. Actualmente se desempeña como Directora de Finanzas Públicas y Anticorrupción en Ethos Innovación en Políticas Públicas.
IG @ethosinnovacion
¿El discurso cambia realidades?
En materia anticorrupción, es evidente que en los últimos años no hay progresos significativos, situación que se observa en los principales indicadores internacionales.


En materia anticorrupción, es evidente que en los últimos años no hay progresos significativos, situación que se observa en los principales indicadores internacionales.
En 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de la república, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública (ENVIPE) mostraba que la corrupción era el cuarto tema que más preocupaba a los mexicanos. La última edición de esta encuesta refleja que hoy en día, la salud, la escasez de agua y la pobreza preocupan más que la corrupción. Este cambio sólo puede deberse a un recrudecimiento de los principales indicadores sociales, a una mejoría en los resultados de la lucha anticorrupción o a una mezcla de ambos.
En materia anticorrupción, es evidente que en los últimos años no hay progresos significativos, situación que se observa en los principales indicadores internacionales. Por ejemplo, en 2014, durante la administración de Enrique Peña Nieto el Índice de Percepción de la Corrupción para México alcanzó 35 puntos de 100 posibles, y este puntaje no fue mejorado en ninguno de los años de la administración de López Obrador, pues desde 2020 nos hemos estancado en 31 puntos. Por su parte, el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción registra un descenso continuo de México desde su primera edición en 2019. Finalmente, México también se estancó, desde 2018 hasta 2023, en el pilar “Ausencia de Corrupción” del Índice Global de Estado de Derecho (WJP).
En contraste con estas mediciones internacionales, la percepción de la población mexicana sí ha mejorado. En 2017, 91.1% de los mexicanos creía que los actos de corrupción eran frecuentes o muy frecuentes. Para 2023 esta cifra cayó a 83.1%. A pesar de que en el sexenio de Andrés Manuel salieron a la luz importantes casos como el de Segalmex, la Casa Gris, la corrupción en la CONADE, entre muchos otros, en el imaginario colectivo todo está mejor.
Una posible explicación de esta tendencia es que, con el ocultamiento o la minimización de los casos, el expresidente construyó un México sin corrupción a través de su discurso. Diversos organismos internacionales han subrayado, en repetidas ocasiones, la responsabilidad que tienen los servidores públicos sobre los mensajes que emiten, pues su credibilidad, el respaldo ciudadano del que gozan y los recursos del Estado, hacen que su voz sea escuchada por millones de personas y, de cierta forma, legitimada. Entonces, tienen la capacidad de construir nuevas realidades, aunque los indicadores muestren lo contrario.
No es novedad que el sexenio de López Obrador estuvo marcado por la desinformación y “los otros datos”. Esta estrategia le sirvió al entonces presidente para construir una percepción de que en México la corrupción está disminuyendo, cuando no hay nada más lejano que eso. En México persisten los altos niveles de impunidad, y la corrupción, en todos los niveles, es una realidad.
El combate de la corrupción requiere más que un discurso. La información veraz, confiable y fidedigna sobre los avances y los pendientes es un derecho de la ciudadanía y no sustituye la implementación de una estrategia para terminar con la corrupción. El combate de la corrupción sigue careciendo de servidores públicos profesionales, está marcado por el debilitamiento en el acceso a la información, necesita una mayor independencia de las autoridades fiscalizadoras y de los encargados de la procuración de justicia, requiere más presupuesto, y muchos otros pendientes que deben ser atendidos con urgencia para cambiar nuestro contexto con datos, no con el discurso.