Campanadas en el infierno
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Campanadas en el infierno Campanadas en el infierno
Hace algunos minutos, en los altavoces del Millerntor-Stadion de Hamburgo, Alemania, sonaron los inconfundibles y potentes acordes de Hells Bells para acompañar la marcha del FC Saint Pauli y el FC Heidenheim 1846 hasta el centro del campo. Es ya una costumbre que el emblemático tema de la banda australiana AC/DC suene cuando los equipos entran al terreno de juego. Arte: Roberto Vargas

Hace algunos minutos, en los altavoces del Millerntor-Stadion de Hamburgo, Alemania, sonaron los inconfundibles y potentes acordes de Hells Bells para acompañar la marcha del FC Saint Pauli y el FC Heidenheim 1846 hasta el centro del campo. Es ya una costumbre que el emblemático tema de la banda australiana AC/DC suene cuando los equipos entran al terreno de juego.

Después de 13 años de ausencia, los “Piratas de la Liga” firmaron su regreso a la Bundesliga, la máxima categoría del futbol alemán el pasado 16 de mayo al derrotar 3-1 al VfL Osnabrück y quizá, cuando termines de leer esta nota, en el barrio de Sankt Pauli, una de las zonas rojas más grandes de Europa, ya se haya escuchado el estribillo de Song 2. La pegajosa canción de la banda británica Blur suena cada vez que el equipo local anota un gol.

Sin tener el abultado palmarés de su vecino de ciudad, el Hamburgo, seis veces campeón de la Bundesliga, con una Copa UEFA en sus vitrinas, además de una Recopa de Europa, el FC St. Pauli se ha convertido en un equipo muy popular fuera de Alemania, ya que es todo un símbolo “antisistema”. En Latinoamérica ha causado simpatías por apoyar la causa zapatista y a Cuba. Algunos lo consideran como el club más progresista del mundo, que ha tenido como presidente (2002-2010) a un activista por los derechos LGBT, el empresario teatral Corny Littmann.

El lema del Sant Pauli, que jugó su primera temporada en la máxima categoría teutona hasta 1977, 67 años después de su fundación, dice que “no es un lugar para la homofobia, el fascismo, el sexismo y el racismo”. Entre sus fanáticos hay anarquistas, prostitutas, punks, comunistas y en 2005 hizo su pretemporada en Cuba, en donde colaboró para la construcción de un centenar de bombas de agua en escuelas del país caribeño. Los hinchas del club germano mantienen una cercana relación con la agrupación mexicana de ska Panteón Rococó y alrededor del mundo hay más de 500 peñas que lo apoyan. Otras bandas que simpatizan con el club son Bad Religion (Estados Unidos), Talco (Italia), Asian Dub Foundation (Inglaterra), Los Fastidios (Italia), Banda Bassotti (Italia) y Ska-P (España).

El Sant Pauli no es patrocinado por ninguna multinacional de indumentaria deportiva y elabora sus propios uniformes, en los que predomina el color café, en un homenaje a los trabajadores del puerto de Hamburgo, el blanco y el rojo. La tradicional calavera, con dos huesos detrás, adorna las banderas que ondean en su estadio, junto a las del arcoíris y trapos con el rostro del Che Guevara.

En la Bundesliga este año no habrá clásico. El Hamburgo juega desde 2018 en la segunda categoría del futbol alemán y su otro gran rival, Hansa Rostock, que recibe en sus tribunas a un gran número de radicales de derecha, jugará por primera vez en la tercera división.

¡Disfrutemos, mientras duren, las campanadas en Millerntor-Stadion!

Goles, whisky y rocanrol

Al otro lado del Mar del Norte, en el condado de Lincolnshire, Inglaterra, hace unos años los chicos del Greenbank FC saltaban a la cancha con los acordes de Ace of Spades de fondo y el Snaggletooth, el logotipo de la banda Motörhead al frente de sus camisetas negras.

“Era una forma de intimidar a los rivales”, señala Gary Weight, el manager de aquel equipo integrado por jugadores menores de 10 años.

Weight, que en su juventud formó parte de algunas bandas de rock, conocía al legendario frontman de Motörhead, Ian “Lemmy” Kilmister. De ahí nació la inquietud de buscar un patrocinio, por lo que se puso en contacto con el bajista, al que le pareció una gran idea.

Los chicos del Greenbank FC tuvieron la oportunidad de conocer a los integrantes de Motörhead y cuando se volvió noticia la existencia del equipo, el Maiden Youth, la escuadra donde jugaba uno de los hijos del bajista de Iron Maiden, Steve Harris, retó a los “ahijados” de “Lemmy” a disputar un par de encuentros, donde se recaudaron fondos para obras de caridad.

No era conocido el interés de “Lemmy” por los deportes, aunque su poderosa música se escucha a menudo en los altavoces de algunos estadios de fútbol y fútbol americano alrededor del mundo, con temas como Ace of Spades, Iron Fist y Born to Raise Hell, algunos de los más populares de la legendaria banda.

Además del Jack Daniels con Coca-Cola y limón, “Lemmy” era fanático de la WWE y tenía una larga amistad con el luchador Triple H, quien hacía sonar el tema It’s Time to Play the Game cuando saltaba a los encordados.

El 28 de diciembre de 2015, “Lemmy” pasó a mejor vida cuatro días después de cumplir 70 años. Un cáncer fulminante acabó con su existencia, pero no apagó esa voz que sonará eternamente en los oídos de sus fieles fans y en los estadios de todo el mundo: ¡Si piensas que eres demasiado viejo para el rock and roll, quizá lo eres!

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