Anora: Tan lejos y tan cerca de Pretty Woman
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

<em>Anora</em>: Tan lejos y tan cerca de <em>Pretty Woman</em> <em>Anora</em>: Tan lejos y tan cerca de <em>Pretty Woman</em>
Anora gana como mejor película Foto: Universal Pictures.

El director Sean Baker (The Florida Project, Red Rocket) nunca ha tenido miedo de decir las cosas como son, o al menos, como él cree que son. Su ascenso al olimpo de los autores de cine contemporáneos ha sido gradual, pero recibió un buen empujón el año pasado durante el Festival de Cannes cuando su más reciente película, Anora, lo hizo acreedor a la Palma de Oro como director.

El Festival de Cannes, esa añeja cofradía de cineastas allá en Francia, donde defienden a capa y espada su “derecho” a decir en celuloide lo que les venga en gana, y que en los últimos años ha sido protagonista de diversas polémicas a través de su director, Thierry Frémaux. No extraña entonces que el discurso políticamente incorrecto de un director como Sean Baker, quien se ha encargado de retratar personajes marginales y por ello se ha ganado fama de enfant terrible, sea tan bien apreciado por allá.

A pesar de que Baker es originario de Nueva Jersey, en Estados Unidos, Hollywood se había tardado en abrazar a su hijo pródigo, pero poco a poco han seguido el ejemplo de Cannes y en 2025 lo han puesto en un pedestal con la que quizá sea su película menos interesante pero socialmente aceptable. Antes, Baker había sido criticado por contar historias moralmente cuestionables, y en Anora eligió adentrarse un poco más en el mundo de las trabajadoras sexuales, aunque en una versión rebajada para sus propios estándares.

En lo que el director se mantiene fiel a sí mismo es en no poner filtros a lo que dicen sus personajes (o quizá, en no ponerse él mismo un filtro sobre lo que piensa de ellos) y así entendemos que todos son (como diría Hillary Clinton) una bola de “deplorables”. Si he de insistir en ello, nunca he creído que Sean Baker sea muy justo con las situaciones que retrata, aunque los críticos y el gremio cinematográfico lo hayan convertido en la voz de los marginados. Anora, (ni tan) sorpresivamente, aparece en la lista de favoritas de muchos de los críticos más respetados del mundo. Es cierto que Baker logra crear personajes muy entrañables, pero siempre son patéticos y los juzga a conveniencia del guion.

Anora es una comedia de enredos al más puro estilo hollywoodense, donde las risas llegan a costa de estos personajes y sus desgracias humanas. Sí, es muy fresca, sí, es muy divertida, y sí, me reí mucho, pero nunca dejé de pensar que me estaba riendo de todos ellos y no con ellos. El personaje de Anora, interpretado dulcemente por la actriz Mikey Madison, es en realidad una niña trágica y, cuando el director decide tomar las riendas de esta “alocada” comedia, hay una escena que funciona como un revés para el espectador y nos recuerda que lo que estamos viendo no es gracioso.

¿Se vale? Claro, en el cine todo se vale. Anora nos pide, como espectadores, que pasemos 2 horas y fracción viendo una comedia para que al final nos tire un balde de agua fría y salgamos con una reflexión. Quizá el problema es que tal reflexión llega demasiado tarde, o simplemente no llegará para algunas personas. Por eso me parece curioso que el director y los actores hayan pasado tanto tiempo promoviéndola con el discurso de que visibiliza a las trabajadoras sexuales, cuando en realidad trata muy poco sobre ellas y además las juzga. El personaje de Anora nunca se ve a sí misma como una trabajadora sexual.

Tal situación me recuerda cuando Alfonso Cuarón hizo toda la gira de prensa de Roma (2018) hablando de los derechos de las trabajadoras del hogar, como si de eso tratara la película. Hoy podemos decir que tal situación sirvió como plataforma para que ciertas activistas hicieran una labor muy encomiable a favor de los derechos de todas estas mujeres, pero eso no cambia que la película no trataba exactamente de eso y que fue una postura a la que se adhirió después. Mismo caso con Anora, que ha realizado funciones especiales para bailarinas exóticas y trabajadoras sexuales.

Anora se queda en lo superficial y nunca profundiza en los problemas reales que podría vivir una trabajadora sexual. Sean Baker ya se había introducido a este mundo con su película Tangerine (2015), que también era una comedia pero con personajes más aterrizados y situaciones más creíbles, de hecho, las y los trabajadores sexuales siempre forman parte de la fauna de sus historias. Anora, en cambio, parece que está hecha para complacer a un público más amplio y por eso no puedo evitar compararla con Pretty Woman (Mujer bonita), la película de Julia Roberts de 1990 producida con dinero de Disney.

Donde Anora debió llegar más lejos, elige no hacerlo. No hay escenas de sexo especalmente audaces ni ofensivas, no hay diálogos descarnados ni sexualmente explícitos, no hay una visión de la industria del sexo ni el tráfico de personas, no hay perspectiva de salud sexual, no se habla de estas problemáticas en lo legal… nada de eso. Es prácticamente una comedia romántica que, al igual que su predecesora de 1990, se presenta como una fantasía “femenina” donde la protagonista cree haber encontrado al príncipe azul que la sacará de las calles, en este caso, el hijo de un oligarca ruso.

A mí me parece una oportunidad desperdiciada para realmente visibilizar la situación actual  del trabajo sexual, cuando ya existen series como P-Valley y Beauty in Black, o documentales como Kokomo City y The Stroll, muy entretenidos pero también muy didácticos, y todos realizados por la comunidad afroamericana que aparentemente va a la delantera en esta lucha por mejorar la calidad de vida de las y los trabajadores sexuales.

El número de creadores de contenido sexual y modelos de webcam en plataformas como OnlyFans y JustForFans, ha crecido desde el confinamiento en 2020, cuando el 33% eran jóvenes de entre 22 y 25 años y el 29% de entre 18 y 21 años. Sé que habrá quien diga que una propuesta como la de Anora llegará a otros públicos y ayudará a abrir esta conversación, pero no lo creo. Yo no vi que las leyes cambiaran solamente porque Emma Stone actuó en Poor Things, y en todo caso vi más estigmatización hacia el trabajo sexual. Me parece que para ciertos temas no se puede ser tibio.

BREVES

Anora estrena en cines a nivel nacional el 16 de enero. También en salas de cine ya está disponible Cónclave, una de las fuertes contendientes en esta temporada de premios.

Desde el 9 de enero, Cine Tonalá tiene funciones especiales de La chica de la aguja (The Girl with the Needle), la película del director Magnus von Horn (Sweat) que representa a Dinamarca en la carrera por el Oscar y que ya estuvo nominada al Globo de Oro.

*Para más información sobre las películas y series comentadas cada semana, visita mi perfil en Letterboxd

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