Amigos digitales: el nuevo mercado emocional
In-grid Telecom

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Foto: Unsplash

La inteligencia artificial (IA) está inmersa en casi cualquier actividad digital que emprendemos, creando un nuevo fenómeno social que trasciende al avance tecnológico, como una expresión de las necesidades emocionales y sociales. Presencias virtuales como Siri, Alexa, y la versión de audio y video de ChatGPT, entre otros asistentes, ocupan ya un lugar en nuestro espacio emocional digital. Nos “cuidan” y recuerdan que debemos tomar agua, meditar o hacer ejercicio, o nos ayudan a tomar decisiones sobre mejores rutas para llegar a un restaurante.

El estudio Smart Talk: How organizations and consumers are embracing voice and chat assistants de la consultoría de tecnología francesa Capgemini, confirma que los consumidores prefieren interactuar más con asistentes virtuales que con seres humanos, sobre todo cuando se trata de evaluar productos y servicios. El 70% de los encuestados reconocen que cada vez prefieren comprar en tienda virtual. La misma investigación reveló que el 58% de los consumidores personalizan sus asistentes de voz, asignándoles un nombre o definiendo su personalidad para lograr un nivel de interacción más humana y una conexión emocional más profunda. Es más, a veces les damos las gracias por su ayuda como si fueran personas reales.

La interacción humana a través de plataformas digitales ha traído beneficios como compartir ideas sin fronteras, y la cercanía social digital para estar muy cerca de los que están lejos físicamente. Sin embargo, también ha generado problemas psicológicos como la necesidad constante de aprobación social, al sentirnos inseguros de no ser como los demás; sentir ansiedad y depresión al desconectarnos del mundo real, para pasar más tiempo acompañados de nuestros dispositivos móviles, llegando a niveles de aislamiento social; sentir FOMO (Fear of Missing Out), es decir, sentir miedo ante la desconexión por un estrés de perdernos algo importante por no estar siempre conectados; y, por si fuera poco, el aumento del ciberacoso.

El surgimiento de amigos digitales es una oportunidad para las Big Tech que han encontrado la entrada a un lucrativo mercado emocional. En plataformas digitales no sólo satisfacemos nuestras necesidades tecnológicas funcionales, sino también nuestras demandas afectivas. En nuestros perfiles sociales compartimos tanto ideas como también emociones, preferencias y comportamientos de manera hiperpersonalizada. Si bien herramientas como chatbots y asistentes virtuales pueden combatir la soledad de algunos, también incrementan la desconexión con la realidad, creando una dependencia emocional con un sistema que escucha e interactúa sin limitaciones de horario y nos da la razón.

La IA recopila y analiza enormes cantidades de datos y crea experiencias personalizadas para sus usuarios. Sin embargo, este análisis de patrones emocionales y psicológicos es la herramienta perfecta para la manipulación no sólo individual, sino también colectiva. Estados Unidos como país líder de desarrollo de tecnologías de IA exporta no sólo su tecnología, sino su ideología, reconfigurando los valores y aspiraciones individuales, manipulando las emociones de sus usuarios para lograr sus fines políticos, sociales y, sobre todo, comerciales. Las Big Tech serán, en el corto plazo, proveedoras indispensables de apoyo emocional, en donde sus consumidores refuerzan una dependencia psicológica a la tecnología.
La línea entre la realidad y la virtualidad se reduce particularmente para los nativos digitales, quienes desarrollan cercanía con sistemas cibernéticos que parecen tan humanos como persuasivos y que les ofrecen un confort emocional, siempre comprensivo y disponible, que sutilmente sustituye las capacidades humanas al poder desarrollar empatía hacia otras personas. La confianza depositada en estos sistemas podría superar la que tienen hacia figuras humanas reales, incluyendo familiares y amigos. Este fenómeno se intensifica gracias a los efectos psicológicos que trae consigo la hiperconectividad, dando como resultado una creciente dependencia emocional de la tecnología.
Para los Nativos Digitales urge incluir programas de capacitación digital desde la educación primaria que fomenten el pensamiento crítico. En estos se debe enseñar a diferenciar entre relaciones reales y simuladas, y promover el uso consciente de la tecnología. Niños y jóvenes deben estar conscientes de los riesgos que conllevan los amigos digitales para reducir su dependencia emocional hacia los sistemas cibernéticos, y fortalecer sus habilidades humanas fundamentales como la empatía y la interacción social genuina.
Los amigos digitales representan un cambio de nuestra forma de entender las relaciones humanas. Desafían los límites entre lo humano y lo artificial. Nuestras emociones, esa esencia que nos hace profundamente humanos, se han convertido en una transacción financiera manejada por las grandes empresas tecnológicas. Estas compañías tienen la responsabilidad urgente de replantear sus modelos de negocio para apostar por un diseño ético que priorice las necesidades humanas, proteja nuestra dignidad y promueva nuestro bienestar.

Como sociedad, debemos exigir que la tecnología contribuya de manera positiva a mejorar nuestra calidad de vida, y no perder de vista lo que nos define: nuestra humanidad.

Hemos llegado a un punto crítico. Nuestros datos no pueden seguir siendo tratados como un producto del mercado. Por avanzadas que sean las innovaciones tecnológicas, nunca podrán reemplazar la conexión auténtica entre las personas.

Ningún amigo digital podrá sustituir la mirada de una madre, un padre o un hermano, ni la profundidad y calidez de una conversación con amigos reales.

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