2024: recuerdos, despedidas, agradecimientos
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

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Foto: Cortesía

Cuando recordé que un 25 de diciembre dejaron de existir personalidades como Charles Chaplin (1977), James Brown, “El Padrino del Soul” (2006) y el cantante George Michael (2016), la mañana de Navidad le pregunté a mi hermano Iván: “¿Qué famoso murió anoche?” Horas más tarde nos enteramos de la muerte de Dulce, la baladista tamaulipeca famosa por canciones hoy incorrectamente políticas como “Déjame volver contigo”, “Tu muñeca”, “Heridas” y “Lobo”, entre otras tantas.

Cada que muere alguna personalidad del medio artístico, deportivo, cultural o político, muchos usuarios de redes sociales suben fotos o cuentan alguna anécdota con la o él difunto. A la señora Bertha Elisa Noeggerath Cárdenas, mi “crush” eterno, sólo la vi una vez en persona, pero no tengo alguna anécdota digna de ser contada en esta columna, como sí la hay con otra ilustre artista fallecida el 28 de noviembre de este año: Silvia Pinal.

El semáforo de la diputada

Mi conocimiento de la Época de Oro del cine mexicano es muy pobre, por lo tanto, no tengo una referencia cinematográfica de Silvia Pinal, pero sí un recuerdo político.

La protagonista de “Viridiana” fue diputada federal por el ex distrito XXVII del entonces llamado Distrito Federal. Le ganó la curul al veterano panista José Ángel Conchello en 1991, en unas elecciones en las que fui un celoso representante de casilla de Acción Nacional y me retiré a casa con mi primera derrota electoral a cuestas. Meses después, un auto atropelló y mató a una vecina a una cuadra de casa y algunos residentes de la Colonia Avante cerramos Canal de Miramontes. La exigencia era un semáforo en esa esquina y como el delegado en Coyoacán, Carlos Salomón Cámara, no se presentó ni mandó representantes al lugar de la tragedia, pedimos la presencia de la diputada Pinal, que horas más tarde llegó y prometió el semáforo que se instaló dos días después, lo que ha evitado muchas muertes en ese cruce. Mi papá encabezó a la comitiva que negoció la reapertura de la avenida. ¡Gracias, doña Silvia!

Otras despedidas

Hace un par de años, la promotora de lectura Claudia Urbina me dijo que le gustaba la emotividad de mis notas necrológicas, las despedidas a amigos, colegas o compañeros de trabajo. Aunque no es grato escribirlas, desafortunadamente en mayo tuve que redactar, con mucho respeto, tres “zopilotes” (así se conoce a ese tipo de notas en algunas redacciones) en semanas consecutivas.

El 1 de mayo murió el periodista Paco Villa, mi ex jefe en Televisa Deportes, empresa a la que me invitó a trabajar en 2008. Fui su “mano derecha” durante cinco años. Aunque tuvimos muchos desencuentros laborales, nuestras diferencias nunca trascendieron al terreno personal. Escribí una despedida en este espacio y otra, con diferente contenido y el mismo respeto, fue publicada en la revista TV y Novelas.

Cuatro días después de la partida de Paco, el ex técnico de la Selección Mexicana de futbol, César Luis Menotti, dejó de existir. Mi primo Abraham me escribió aquella mañana para darme la noticia y preguntarme si le dedicaría una columna al “Flaco”. Confieso que es una de las que más trabajo me ha costado redactar. Para escribir un “zopilote” necesito tres elementos: admiración por el personaje, conocimiento del mismo o una anécdota personal. En el caso de Menotti, el texto reúne los primeros dos. Tenía tanta información que tuve que dejar fuera un dato importante que finalmente publiqué en mi blog personal.

Nueve días más tarde despedí a Domingo Vargas Rubio, el hermano menor de mi abuelo que murió a los 102 años. El 26 de febrero de 2023, cuando publiqué un texto para recordar a mi abuelo Roberto en el 46 aniversario de su muerte, el patriarca me llamó desde Illinois y me agradeció por honrar a su hermano. Fue la última vez que escuché su voz.

El último “zopilote” que escribí este 2024 fue el que le dediqué a Fernando Valenzuela, que no pudo ver la coronación de sus Dodgers en la Serie Mundial de Béisbol.

Además de Dulce y Silvia Pinal, el medio artístico mexicano despidió en febrero a las bellísimas Helena Rojo y Sasha Montenegro; en abril a Lorena Velázquez y en mayo, lamentablemente, a Verónica Toussaint. También dejaron el plano terrenal los actores Ernesto Gómez Cruz, Arturo García Tenorio (“Patas Verdes”), Juan Verduzco (“La Familia Peluche”), Óscar Traven, Alfredo Alegría (“Lenguardo”) y Humberto Espinosa Magaña (“El Ecoloco”).

A nivel internacional, 2024 termina sin la presencia de David Soul (“Starsky & Hutch”), Maggie Smith (“Harry Potter”), Shannen Doherty (“90210”), Shelley Duval (“El resplandor”), James Earl Jones, una de las voces más reconocidas de Hollywood (¿les suena Darth Vader?), el gran Donald Sutherland y Gena Rowlands, entre otras celebridades.

El mundo del rock nacional se vistió de luto con los decesos de Gerardo “Zopi” Pimentel (Rastrillos) y los guitarristas Lino Nava (Raxas, La Lupita) y el tijuanense Javier Batiz. El único recuerdo que tengo del “Brujo” es cuando Carlos Santana lo subió al escenario en su primer concierto en la Ciudad de México, en 1991, y Javier no se quería bajar. Carlos lo invitó a manera de homenaje y agradecimiento por sus enseñanzas.

El 2024 también vio partir al guitarrista Greg Khin (“Breakup song”), al músico y actor Kris Kristofferson, al enigmático cantante Juan Brujo (Brujería), al joven Liam Payne (One Direction), al decadente Paul Di’Anno (primer vocalista de Iron Maiden) y al legendario productor Quincy Jones.

El mundo de las letras perdió a Paul Auster, a la canadiense Alice Munro y al chileno Antonio Skarmeta.

Entre canastas vacías, goles y nocauts

Además del “Toro” Valenzuela, el mundo del deporte vio partir en enero a leyendas del balompié como Mario Lobo Zagallo, Franz Beckenbauer, Luigi Riva y el ex defensa de Pumas Héctor Sanabria. Al recordado “Capi”, pareja de Miguel Mejía Barón en la defensa central de Universidad en los primeros años de la década de los 70, lo entrevisté en su casa en agosto de 2004.

En febrero se fueron Carl Weathers, ex jugador de los Oakland Raiders, pero más recordado por su papel como Apollo Creed en la serie de películas de “Rocky”; el ex capitán de la selección alemana, Andreas Brehme, también murió ese mes.

El polémico actor y ex corredor de los Bills de Buffalo, OJ Simpson, murió el 10 de abril. En mayo partieron el ya mencionado Menotti, el ex centro de los Raiders Jim Otto y el basquetbolista Bill Walton. En junio fallecieron Jerry West, jugador en el que se inspiró el logo de la NBA y el legendario beisbolista Willie Mays. En agosto despedimos al ex seleccionador mexicano Sven-Göran Eriksson y al ex defensa tricolor Jorge Rodríguez, además de Humberto Maschio, una gloria del futbol argentino.

Septiembre vio partir al goleador del Mundial Italia 90, Salvatore “Toto” Schilacci y a la ex estrella de la NBA Dikembe Mutombo, además del polémico infilder de los Cincinnati Reds, Pete Rose. El 6 de octubre murió de un ataque cardiaco el ex futbolista holandés Johan Neeskens y 16 días después se fue nuestro “Toro” de Etchohuaquila. Diciembre comenzó con la muerte del ex campeón mundial de boxeo Israel Vázquez y hace 10 días el mundo del béisbol lamentó el deceso de Ricky Henderson, el poseedor del récord de bases robadas en las Grandes Ligas con mil 406 estafas.

Aunque no era atleta, el periodista André Marín fue un personaje destacado en el medio deportivo de este país. No escribí de él porque no lo conocí personalmente, más allá de coincidir en alguna cobertura. André murió, prematuramente, el 16 de septiembre. Nunca le pude agradecer personalmente que nos regalara su testimonio para el libro “Dos en el área”.

Tres años de tercos recuerdos

Esta columna está a punto de cumplir tres años. El proyecto ya dio hasta para un libro en el que incluí algunos textos inéditos. Mentiría si les dijera que ha sido fácil, pero reconozco que el ejercicio creativo ha sido enriquecedor. A veces, como escribió el novelista Xavier Velasco hace unas semanas (“Cosas de columnista”), entro en episodios de “ansiedad extrema”. Quiero conservar el mismo nivel y el interés de mis queridos lectores, pero no siempre lo consigo. Al igual que Velasco, mi día de entrega es los viernes, pero algunas semanas, pocas, logro mandar mi texto unas horas antes, sólo unas horas.

A veces el tema lo tengo claro desde el domingo en que sale publicada La Terca Memoria, pero hay ocasiones en que el viernes por la mañana la pantalla de la computadora está vacía o llena de datos inconexos. El “engrapado de ideas” a veces no funciona, pero mis “autorefritos” han sido mínimos. Como ocurre en el futbol, la improvisación estimula la creación. Ventajas de escribir estupideces desde los 16 años y conservarlas. Por eso quiero agradecer la paciencia de mis editores de cabecera, Ángela Segura y Abraham Echauri, con quienes “pimponeo” ideas cuando la musa se va de fiesta (a veces conmigo). La angustia se ve recompensada por TUS comentarios de cada domingo.

Además de la presentación de “La tacita de mamá”, este año conocí a nuevos lectores y lectoras, hubo textos muy comentados, como aquel de los viejos comerciales; cuando nos llenábamos la cabeza de rock; las marcas que consumíamos antes del TLC; los hoteles de paso; la desaparición paulatina de los Sanborns; mi experiencia en un estadio con la barra brava de Boca Juniors; la entrevista con Édgar San Juan, director de “Casi el paraíso” o mi colección de datos inútiles. Hubo otras entregas, las musicales, en que poc@s compartieron mi entusiasmo (por eso hubo reseñas de conciertos exclusivas para mi blog personal). En un año particularmente complicado para mí en el terreno profesional, agradezco con el corazón que lean, comenten y compartan estos textos necios y obsesivos.

“Temo, efectivamente, volverme loco sin la brújula íntima que es al fin la columna semanal”, escribió el autor de “Diablo guardián” (nunca he podido terminar esa novela), a mí me pasa lo mismo. Lo que lees cada domingo es mi cable a tierra con la realidad, aunque a veces ésta me pegue en el hocico.

¡Feliz Año Nuevo para tod@s y larga vida a La Terca Memoria!

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