¿Un infarto se manifiesta igual en hombres que en mujeres? Así afecta la falta de perspectiva de género en la medicina ¿Un infarto se manifiesta igual en hombres que en mujeres? Así afecta la falta de perspectiva de género en la medicina
Portada: Majo Vázquez/La Lista

ACTO 1. Pedro y Ana acuden al hospital con dolor de pecho. A él se le realiza un estudio para observar los vasos sanguíneos del corazón y a ella le recetan ansiolíticos o calmantes.

ACTO 2. Clara acude a su clínica más cercana con mareos, dolor agudo en la boca del estómago y hormigueo en ambos brazos. El personal médico que la atiende la manda a descansar a casa y le dice que tiene gastritis por estrés, cuando en realidad estaba sufriendo un preinfarto.

ACTO 3. A Claudia se le interrumpe la menstruación tras aplicarse una vacuna, le indican estudios y el médico detecta un problema metabólico, pero nadie lo asocia a la vacunación. Años después, se comprueba que la vacuna tuvo más efectos secundarios adversos en mujeres que en hombres.

¿Cómo se llamó la obra? Falta de perspectiva de género en la medicina.

El sesgo de género en la medicina es un término acuñado desde 1991 para evidenciar el trato diferencial negativo que reciben las mujeres del personal médico. Aunque ha pasado el tiempo la realidad no dista mucho de aquella época. Y a eso se suma el hecho de que las y los médicos omiten las diferencias morfológicas en sus pacientes y hasta ignoran los síntomas que específicamente puede manifestar una mujer, en casos como el de un infarto.

La doctora Yuriria Rodríguez, responsable del Programa de Estudios de Género en Salud, de la Facultad de Medicina, afirma que la falta de perspectiva de género se manifiesta por varias vías que van desde la investigación médica, hasta la atención clínica y el trato diferenciado por mandatos sociales y estereotipos. En entrevista para La-Lista, la experta subraya la necesidad de que las y los médicos se formen siendo conscientes de esta realidad, a fin de que en la práctica se atienda con dignidad a las mujeres.

¿Qué entendemos por falta de perspectiva de género en la medicina?

La podemos ver en la práctica médica que no distingue entre las características morfológicas de un hombre y una mujer. 

El no tener perspectiva de género desde la formación médica tiene como consecuencia que se omita que existe un funcionamiento diferenciado a partir de los procesos hormonales. El hombre tiene testículos y con ello produce más de ciertas hormonas y la mujer tiene ovarios, por tanto su metabolismo estará impactado por las diferenciales de sus cuerpos.

Y curiosamente, gran parte de la práctica médica y de la formación médica no distingue ese hecho a la hora de hablar y tratar ciertas problemáticas de salud.

En el caso del cáncer de próstata y del cáncer cérvicouterino por supuesto que se toman en cuenta las diferencias corporales, pero hay otro tipo de enfermedades en las que se pasa por alto.

¿Cómo se manifiestan estas omisiones? ¿En que clase de enfermedades?

Por ejemplo, se dice que la atención cardiológica a los problemas del corazón debería ser lo mismo entre hombres y mujeres, porque el ‘corazón funciona igual’, pero cada vez hay más evidencia de que no es así. No es una cuestión ‘unisex’ y el verlo de esa manera nos está llevando a cometer errores y omisiones. Lo mismo pasa en inmunología, en endocrinología.

Te doy un ejemplo, en un infarto o enfermedad isquémica del corazón, los síntomas en las mujeres son diversos. No tienen un modelo único de presentación, como si pasa en la mayoría de los casos de los hombres.

Los hombres presentan dolor en el pecho que se corre al brazo izquierdo y las mujeres pueden llegar a urgencias quejándose de mareo, dolor en la boca del estómago y, tal vez, un dolor en los dos brazos. ¿Y qué pasa? Queel personal de salud lo desestima o ignora. Le dicen a la paciente ‘tiene gastritis. Vaya a su casa a descansar y desestresarse’.

Además, se ha documentado que en muchos casos a las pacientes ni siquiera les hacen una electrocardiograma, precisamente les diagnostican un problema gástrico un problema de tipo mental. Les dicen tienen ‘exceso de estrés o ansiedad’ y efectivamente las mandan a su casa con un calmante o con un medicamento para la gastritis.

La atención con falta de perspectiva de género implica cometer ese tipo de de prácticas, porque se ignora que las enfermedades tienen también esos diferenciales en los síntomas y en los cuadros clínicos.

Pero un mal diagnóstico solo es una de las vías por la que se manifiesta la falta de perspectiva de género, según nos decía…

Así es, los mandatos de género también impactan en la atención médica de las mujeres. Esas reglas sociales nos dicen que las mujeres sí “podemos llorar” y entonces el personal médico nos cataloga como “más chillonas o más quejosas” y asume que no necesita hacerle tanto caso a las pacientes, porque les debe estar doliendo igual que al hombre. Esto se ha probado, no es una suposición.

Recientemente, la doctora mexicana Lucero Juárez hizo un estudio donde mostró que en algunos hospitales en Sonora estaba pasando exactamente eso: a las mujeres les daban un trato diferencial (en detrimento de su salud), discriminatorio y en ciertas ocasiones hasta violento en el ámbito hospitalario. Las mujeres que lograban pasar la sala de urgencias hacia el internamiento y que se quejaban de dolor o pedían un poco más de analgésicos, más que los hombres con el mismo padecimiento, tenían una marca en su expediente. El personal médico las estaba marcando como “paciente latosa, incluso con palabras altisonantes”. A ese punto llegaba el trato diferencial.

Entonces, ¿esta falta de perspectiva de género puede canalizarse por muchas vías en el ámbito de la medicina?

Así es y desde la investigación también se ha invisibilizado a las mujeres. Las farmacéuticas no evalúan y no desagregan por sexo el impacto diferencial de los efectos (secundarios) de vacunas o tratamientos.

Esto ocurrió por ejemplo en los primeros estudios y trabajos de investigación para producir los antirretrovirales. Se empezaron a usar y se empezó a ver que había más efectos secundarios adversos en las mujeres, porque efectivamente los estudios para producir los primeros antirretrovirales no consideraron la variable sexo. Simplemente, estudiaron que al antirretroviral hiciera la función que se buscaba en contra del retrovirus del VIH y dijeron ‘listo lo tenemos, aquí está’. Pero los efectos secundarios adversos eran el resultado de no haber investigado desde el principio con esta variable.

Y el caso de las vacunas contra Covid-19 se sigue investigando, pero algunos análisis –que están por publicarse–, documentan que hay efectos adversos en la salud de las mujeres, porque las vacunas se produjeron con investigaciones que no consideraron la diferencia de sexo y por tanto los efectos y problemas en la menstruación y los procesos metabólicos.

Y antes ni siquiera se consideraba a la mujeres sujetos de estudio, las medicinas y las vacunas solo se probaban en hombres…

Exacto. Históricamente ya hay un acuerdo internacional de que en todos los estudios debe incluirse a la misma cantidad de hombres y mujeres. Se documentó en las tres décadas anteriores, que así no ocurría, pero con todo y ese acuerdo ahora resulta que encontramos estudios que incluyen al 50% de mujeres y el 50% de hombres y dicen ‘ya, ya estamos incluyendo mujeres’. Y el problema radica en no analizan la información considerando la variable sexo. Ahí está la parte paritaria, pero hay que ver el análisis de los datos, ¿eh?

Pero además, en la investigación biomédica, que se hace con animales, mamíferos, como los ratones, también hay diferentes criterios que defienden que es más rápido y más fácil de controlar un estudio con ratones macho, porque los ratones hembra tienen todos los cambios metabólicos hormonales que impiden medir correctamente los resultados del estudio.

Y entonces ¿qué pasa? Que eso se traslada a la investigación ya clínica con hombres y se excluye la variable sexo de las mujeres para evitar los cambios derivados de la menstruación, la menopausia y las hormonas. Es cíclico el problema.

¿Qué necesitamos para atender esta realidad?

Todavía falta que la formación médica se tome más en serio e incluya de manera más formal la perspectiva de género. Hace falta que se introduzcan más este tipo de contenidos y este tipo de evidencias científicas. Por ejemplo, en el caso del infarto al miocardio también se ha demostrado que existen más factores de riesgo y complicaciones en las mujeres y todo eso hace falta incorporarlo en las carreras de formación de médicos y médicas de este país.

Hace falta que los Comités de Ética de la Investigación en las escuelas y los centros incorporen la perspectiva de género e impulsen que los estudios que hacen con animales sea con animales macho-hembra, como mínimo.

Otra cosa muy importante sería que la perspectiva de género fuera transversal en el plan de estudios. Ya hay algunos esfuerzos, en algunos subtemas en las materias de Cardiología, es un buen paso, pero es solo una materia, una materia de tantas que toma el estudiantado en los cinco años de carrera.

Necesitamos que el personal médico reciba la materia obligatoria de perspectiva de género y salud, donde comprenda que la parte biológica es importante para la atención médica, pero donde también se hable de una atención sin discriminación y sin violencia hacia las mujeres.

Síguenos en

Google News
Flipboard